Todavía el año pasado, la antigua urbe tolteca tuvo en este día un aproximado de 18 mil visitantes, mientras que ayer —a falta de cifra oficial por no estar disponible todavía— se observó un aproximado de 10 mil paseantes.
Este año, la zona arqueológica de Tula tuvo una visible y notable disminución en el número de turistas que asisten al centro ceremonial a “cargarse de energía”, dentro del marco del inicio del Equinoccio de primavera.
Todavía el año pasado, la antigua urbe tolteca tuvo en este día un aproximado de 18 mil visitantes, de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), mientras que ayer —a falta de cifra oficial por no estar disponible todavía— se observó un aproximado de 10 mil paseantes.
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Esta disminución fue confirmada por personal del recinto ceremonial, quienes explicaron que obedeció a que el cambio estacional “cayó entre semana y en viernes no hay puente”, pero dijeron que, en contraste, los tres días del fin de semana, y sobre todo domingo —cuando la entrada es gratuita— se espera que el promedio de paseantes alcance a los 6 mil.
Esto, explicaron, es un incremento considerable, tomando en cuenta que la media diaria de afluencia es de 250 personas.
Las fuentes consultadas, quienes prefirieron no ser identificadas, sostuvieron que la anualidad anterior hubo más turistas porque fue el primer año en que se permitió la entrada ya sin ninguna restricción, tras la pandemia por el Covid-19.
Sobre el inicio del Equinoccio, Roberto Saldívar González, visitante originario de Ciudad de México, dijo que “fue un privilegio poder venir a los atlantes de Tula a renovar fuerzas como lo hacían en la época prehispánica los antiguos toltecas”.
Por otro lado, María Pineda Martínez, de Estado de México, señaló que, más allá de la creencia de que uno se “carga” de energía cada 21 de marzo, la visita en esta fecha fue una oportunidad para conocer la zona arqueológica de Tula, porque, a pesar de estar muy cerca de su entidad, no había tenido el chance de venir.
La visitante destacó la grandeza arquitectónica de los atlantes de Tula, pero, a su vez, criticó el estado en que se encuentran los vestigios, pues muchos tienen un alto grado de deterioro.
Miguel Ángel Martínez | Tula de Allende