Imagen: undefined
 · 
Hace 23 días
Fuego contra fuego: gobierno u oposición

Fuego contra fuego (título original: Heat) es un thriller policial estadunidense de 1995, dirigido por Michael Mann. La trama sigue a Neil McCauley, un ladrón profesional interpretado por Robert de Niro, y a Vincent Hanna, un teniente de la Policía de Los Ángeles interpretado por Al Pacino. McCauley es meticuloso en su trabajo, planificando robos complejos, mientras que Hanna es igualmente dedicado a su labor de capturar criminales. Ambos están obsesionados con su trabajo, llevando sus vidas personales al borde del colapso. La película se desarrolla alrededor de sus tácticas y estrategias, culminando en un enfrentamiento directo entre ambos.

Imagen: Fuego contra fuego: gobierno u oposición
Compartir:

Fuego contra fuego (título original: Heat) es un thriller policial estadunidense de 1995, dirigido por Michael Mann. La trama sigue a Neil McCauley, un ladrón profesional interpretado por Robert de Niro, y a Vincent Hanna, un teniente de la Policía de Los Ángeles interpretado por Al Pacino. McCauley es meticuloso en su trabajo, planificando robos complejos, mientras que Hanna es igualmente dedicado a su labor de capturar criminales. Ambos están obsesionados con su trabajo, llevando sus vidas personales al borde del colapso. La película se desarrolla alrededor de sus tácticas y estrategias, culminando en un enfrentamiento directo entre ambos.

Al igual que en el thriller, el complejo entramado político mexicano, las elecciones presidenciales son de alta intensidad entre fuerzas opuestas; no son un evento rutinario en el calendario democrático, sino un hito crucial que define el rumbo de la nación. Son el crisol donde se funden las esperanzas, ideales y perspectivas de millones de personas ciudadanas que anhelan un futuro con más prosperidad y justicia.

Sin embargo, la polarización afectiva se alza como un muro que obstruye la visión sobre la verdadera naturaleza de estas elecciones. Nos encontramos inmersos en un enfrentamiento donde el protagonismo lo tienen las personas, desviando la atención del verdadero trasfondo: la disputa entre proyectos de país.

Esta polarización extrema a menudo eclipsa el análisis objetivo de las propuestas y reduce la discusión a una confrontación entre seguidores y detractores de ciertos liderazgos, nublando así el panorama sobre los graves problemas que enfrenta la nación y los planes para solucionarlos.

El 2 de junio es inminente y hay una pregunta que ya resuena: ¿por quién voy a votar? Algunos ya han esbozado su decisión, mientras que otros se sumergen en la incertidumbre.

En este contexto, surgen dilemas palpables. Existe una parte del electorado indeciso que rechaza la continuidad de las políticas actuales, pero simultáneamente cuestiona las tácticas de la oposición en este polarizado panorama electoral.

Ni con el gobierno ni con la oposición

Más allá de la decepción que podrían generar las y los actores políticos y su desenvolvimiento en la contienda, es importante comprender la dimensión histórica de este enfrentamiento entre los modelos de gobierno que propone cada persona candidata. Por ejemplo, uno de esos modelos plantea mantener los órganos contramayoritarios, preservando la división de poderes como eje articulador de la democracia liberal; otro se caracteriza por la concentración del poder político.

Ahora, surge la pregunta crucial: ¿cuál será el método para resolver este dilema? Algunos optarán por elegir la opción menos desfavorable desde una perspectiva pragmática. Otros considerarán desglosar los proyectos en aspectos y propuestas, construyendo una lista de afinidades y diferencias, para elegir basándose en la acumulación de elementos positivos.

Asimismo, hay quienes se inclinarán por sus expectativas, basando su elección en el desempeño conocido de una candidatura y la potencial mejora que podría representar la otra.

Lamentablemente, en el panorama actual, la escasez de visiones democráticas por parte de las y los actores políticos, especialmente para las generaciones surgidas de la transición democrática, resulta desalentadora.

¿Anular el voto?

Si anulas tu voto anulas tu voz, le das más peso a las voces de quienes sí eligieron por alguna opción. Cumples con tu obligación de acudir a votar, pero tu voz no contribuye a la construcción de la decisión colectiva.

Desde mi óptica, este dilema debe ser abordado desde un contexto sistémico, orientado hacia el beneficio de las generaciones futuras. Es más probable que solo uno entre los modelos en pugna conserve el camino institucional y cultural para el surgimiento de defensores sólidos de la democracia, que sean capaces de ejercer el poder político acorde al canon democrático en un futuro más prometedor.

La clave, entonces, radica en trascender la insatisfacción con las opciones políticas actuales y considerar cuál es el modelo que mejor garantiza la continuidad y fortalecimiento de los valores democráticos a largo plazo. Solo así podremos construir un futuro más justo y equitativo para las generaciones más jóvenes y aquellas por venir.

Compartir:
Relacionados
Imagen: ¿Cómo votó la población?
Hace 9 días
Imagen: El 2 de junio está a la vuelta de la esquina
Hace 19 días
Imagen: Fuego contra fuego: gobierno u oposición
Hace 23 días

© Copyright 2023, Derechos reservados | Grupo Criterio | Política de privacidad