La violencia familiar, la pobreza y el alcoholismo contribuyen a la desintegración del núcleo familiar; estos asuntos están relacionados con la descomposición social, explico a Criterio el psicólogo Misael Flores, en el contexto del Día de la Familia, celebrado ayer.

El experto agregó que la violencia familiar es un fenómeno que ocurre casi en forma global y se define como el uso intencionado y repetido de la fuerza física o psicológica para controlar, manipular o atentar contra algún integrante del núcleo.

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Añadió que este tipo de violencia puede tener consecuencias devastadoras para la salud mental y emocional de las víctimas: “En la Huasteca, uno de los principales problemas es la violencia contra la mujer y este es más común en el seno familiar”.

Indicó que la pobreza también desempeña un papel significativo en la desintegración familiar. Según datos del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, por sus siglas en inglés), aproximadamente 50 por ciento de niños y adolescentes en México vive en pobreza y la zona norte de Hidalgo no es la excepción. De estos, 63 por ciento ha experimentado algún tipo de maltrato, porque la falta de recursos económicos puede generar tensiones y conflictos dentro de la familia, afectando la estabilidad y el bienestar de sus miembros, las zonas indígenas, como la Huasteca, tienen muchos problemas porque una gran parte vive en situación de pobreza.

Por otro lado, dijo que el alcoholismo es un problema que afecta a muchas familias, toda vez que el consumo excesivo de alcohol puede dar lugar a violencia, discusiones y rupturas familiares, además de que las mujeres son más propensas a sufrir abusos por el consumo de alcohol de otros.