Saturnino García Palín ha dedicado 45 años de su vida a su negocio familiar, ubicado en la calle Manuel Rojo, en la colonia Centro, en Tula, una de las vialidades más afectadas por la inundación de septiembre del año pasado, y por el desastre tuvo pérdidas económicas de 1.5 millones de pesos.
Recordó que, antes de emprender, trabajó en una cadena de hoteles y ahí aprendió a administrar un negocio.
Vivía en Estado de México y se mudó a la ciudad, comenzó atendiendo un local y luego abrió su bar. En su actual ubicación lleva 23 años, pero inició dos décadas antes.
El agua alcanzó los dos metros de altura, aproximadamente, y afectó todo: barra, pantallas, mesas, vasos, copas, 135 cartones de cerveza, cajas de refrescos y demás, por lo que tuvo que volver a reestructurar todo el bar.
El día de la inundación, el 6 de septiembre de 2021, sus hijos le avisaron que Tula se estaba inundando. Llegó a su negocio, pudo sacar unos vehículos que ahí guardaba y cuando intentó regresar el agua se lo impidió.
García Palín dijo que si las autoridades del gobierno federal, como la Comisión Nacional del Agua (Conagua), les hubieran advertido con anticipación que enviarían una gran descarga de aguas pluviales y negras al Río Tula para evitar la inundación del Valle de México, hubieran podido rescatar su patrimonio.
En su caso, el lugar donde se encuentra su negocio es de su propiedad y tiene un segundo piso, donde, dijo, pudo haber subido sus muebles y productos.
“Realmente las autoridades sabían. Si nos hubieran avisado una media hora antes, hubiéramos recuperado algo, tenemos segunda planta y hubiéramos subido algo”, mencionó en entrevista con Criterio.
A un año del desbordamiento del río, la recuperación económica de su negocio va lenta, pues muchos de sus clientes trabajaban en las oficinas y negocios aledaños, como el Centro de Salud o el hospital del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), los cuales están abandonados, por lo que ha bajado la afluencia de personas.
Incluso, previo a la inundación, las ventas de su negocio eran bajas, debido a que tuvo que cerrar varias veces por la pandemia de Covid-19, como parte de las medidas de restricción que estipulan las autoridades sanitarias para evitar contagios.
Del gobierno federal, dijo, recibió 10 mil pesos, una estufa y un refrigerador; la administración estatal les dio mil 200 y una cama, y una organización civil de China les dio 12 mil pesos, por lo que las pérdidas fueron mucho mayores a los apoyos.
Giovanny Flores I Pachuca
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