Esta reedición de la NBA se presentó anoche totalmente diferente, lo único que no cambió fue el nivel de exigencia de los jugadores en busca de justicia social.

La liga retomó la actividad con dos partidos en Lake Buena Vista, Florida, donde están concentrados y “emburbujados” los 22 planteles participantes, y desde allá alzaron la voz a todos los rincones del mundo.

Algunas calles presentaron enormes letreros con la leyenda “Black Lives Matter”, al interior de la Arena del complejo deportivo, y mientras se entonaba el himno de Estados Unidos, jugadores, entrenadores, personal de staff y hasta los silbantes mantuvieron su rodilla derecha al suelo para demandar equidad racial.

Algunos de ellos portaban también frases de protesta en sus calzados y, como escaparate novedoso para dejar en claro su mensaje de unión, la mayoría modificó el apellido habitual en el dorso de sus jerseys con palabras como “equidad”, “justicia” y “paz”, entre otras.

“El himno fue poderoso. Es un honor estar ahí con los entrenadores y los jugadores. Se sintió más que un simple juego. Nos sentimos muy bendecidos y agradecidos de estar jugando con tanta gente luchando en tiempos desafiantes y difíciles”, apuntó el coach Quin Snyder del Jazz en una charla virtual donde tuvo acceso Cancha.

Medios de EU reportaron que el comisionado Adam Silver ofreció no sancionar a los jugadores por esas acciones.

La NBA aplicó todas las medidas de sanidad posibles para tratar de cerrar la temporada regular que había sido aplazada en marzo pasado, y que ahora reinicia de manera abreviada.

Las bancas de los equipos estuvieron en un espacio físico más amplio, dado que no hay aficionados presentes, además, los integrantes de la mesa de control que llevan las estadísticas del partido estuvieron confinados y separados con un inmenso acrílico.

Los árbitros portaban una cubierta discreta en sus silbatos y los encargados de la transmisión televisiva tenían a su mano productos sanitizantes.

Pablo Tiburcio I Agencia Reforma