El próximo 31 de marzo, Ciudad de México será sede de la tercera marcha por la visibilidad trans Ser la unión nos fortalece, la cual saldrá del Monumento a la Revolución y se espera, según me cuentan amigues que se identifican como parte de la población de la diversidad sexogenérica, que arriben contingentes grandes de muchas partes de la República.

Hablemos de la importancia de visibilizar este día, de hablar de respeto y de los miles de voces que año con año aumentan en una exigencia general a la no discriminación y a la sensibilización respecto de las diferentes vulneraciones que viven las personas trans y no binarias.

El acto de visibilizar en lo que refiere a diversos grupos históricamente oprimidos tiene relación con el ideal de que, en algún momento, en algún lugar, todas las personas podrán vivir su vida en plenitud, sin miedos ni temores de ser libres. Pero visibilizar también es de vital relevancia para la subsistencia y para luchar contra la transfobia.

Problema que no cesa, que permanece arraigado y que representa una extensión de la homofobia y la misoginia que sigue marcando la intolerancia y la vida de las personas, al grado de representar un peligro para su vida.

Por ello, desde esta pluma, lanzamos un llamado a la tolerancia, al entendimiento y sobre todo al respeto a todas las personas, para lograr el vivir en igualdad, pero una igualdad real, más allá de los discursos.

Reconocer la diversidad en todas sus formas, el respeto absoluto a los derechos humanos y a la vida misma es justamente pensar que todas las personas tenemos derecho no solo a una identidad, sino también a una calidad de vida que implica ser respetada.

Para concluir la edición de esta semana, me gustaría retomar las palabras de Flavia Piovesan, relatora sobre los derechos de las personas LGBTTIQ, quien pone sobre la mesa que es de gran urgencia que los estados avancen con la protección integral de los derechos de las personas trans y de género diverso y enfrenten la discriminación basada en la orientación sexual, identidad de género real o percibida y la diversidad corporal, que afronta a su derecho de existir como seres humanos. Además, es imprescindible que los estados garanticen el desarrollo integral, libre, autónomo y pleno de cada ser humano y actúen de forma diligente para promover el respeto y garantías de los derechos de las personas transgénero.