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Hace 14 días

La urgente operación cicatriz que nunca llegó a Morena

Por alguna razón de estrategia o de cerrazón, o las dos cosas al mismo tiempo, pero resulta que lo que parecía estaba bajo control del partido Morena en Hidalgo se descontroló, donde todos habían aceptado los resultados de 2024, por cierto decorosos para este instituto político, en el que se consiguieron las dos senadurías, los siete diputados federales, los 18 diputados locales en disputa, más de 50 presidencias municipales y, por supuesto, la mayor votación en la historia para la presidenta de la República

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Por alguna razón de estrategia o de cerrazón, o las dos cosas al mismo tiempo, pero resulta que lo que parecía estaba bajo control del partido Morena en Hidalgo se descontroló, donde todos habían aceptado los resultados de 2024, por cierto decorosos para este instituto político, en el que se consiguieron las dos senadurías, los siete diputados federales, los 18 diputados locales en disputa, más de 50 presidencias municipales y, por supuesto, la mayor votación en la historia para la presidenta de la República. Todo del partido guinda trascendió que no fue suficiente para la tranquilidad de sus simpatizantes y menos para los militantes de la entidad federativa.

Todo se desbordó en gritería, descontrolada, ante Luisa María Alcalde Luján, dirigente nacional de Morena, en su reciente visita a Pachuca, ante cientos de simpatizantes. ¡Fuera, fuera, fuera!, gritaban, cada vez más fuerte, en el momento de su intervención de Marco Antonio Rico Mercado, presidente estatal guinda, quien con sonrisa nerviosa subía los decibeles en su discurso y pensaba, quizá, que era un duelo para saber quién gritaba más fuerte. Ganaron los otros. Marco, con la cara enrojecida, agachó la cabeza. Pero no se dio por vencido.

Al parecer, los morenistas en Hidalgo aceptaron con agrado estos resultados electorales, pero se guardaron para sus adentros los desagravios que sufrieron de parte de la dirigencia estatal morenista, al mando de Marco, quien poco atendió sus inconformidades, reclamos y sugerencias, mostrándose evasivo, ausente y descontrolado.

En cuestión de minutos, el mundo se le vino encima a Marco, en un auditorio aparentemente controlado, donde también estuvo presente, incómodo, preocupado, Andrés Manuel López Beltrán, hijo del expresidente AMLO y secretario de Organización del Partido Morena, quien no alcanzaba a aceptar la osadía del auditorio presente, quien quiera que fuera y de donde fuera su origen, llámese de grupos identificados, del grupo político de Abraham Mendoza Zenteno, delegado del Bienestar en Hidalgo, o de otros inconformes, solitarios, personales, que se unieron a la menor provocación de gritería, alusiva, con dedicatoria explícita.

Algunos dicen que estos momentos de descontrol aparecen debido a que no se ha realizado, como se debe, de acuerdo a los cánones, una reconciliación entre quienes detentan el poder en Morena y los morenistas inconformes con la forma de aplicar los estilos políticos actuales.

Operación Cicatriz le llaman a estas reconciliaciones, denominación que se ha entendido, a lo largo de los tiempos, como las acciones políticas para detener inconformidades, aplacar grupos rebeldes, poner quietos a los contrincantes de casa y hasta amenazar directamente con acciones legales a los insurrectos. Sin embargo, este término de operación cicatriz es una herencia del priismo arcaico porque en la formación política de casi todos los mexicanos, los críticos dicen que todos tenemos un chip priista difícil de arrancar, difícil contrarrestar y casi imposible de cambiar. Durante más de 90 años, ese fue el comportamiento de casi todos los individuos que se dedicaban a la política, inclusive hasta los panistas aprendieron rápidamente estas estrategias y ellos mismos denominaban así a sus acciones para contener las inconformidades de sus militantes rechazados de candidaturas.

En estos nuevos tiempos, el concepto se debe entender como armonizar estrategias, es decir, los grupos políticos son atraídos por las dirigencias de los partidos con la finalidad de remarcar liderazgos, empezando por el titular del partido en el estado, hasta los liderazgos de las colonias y comunidades. Es momento que todos deben ser tomados en cuenta, sin simulaciones, sin trampas, sin agandalles; escuchar la voz de los inconformes que tienen mucho que decir, de opinar, de proponer, de comprometerse y de trabajar por un bien común. Todos queremos ese horizonte, ese sendero.

Pero para sorpresa de todos, Marco no tiene en su historial experiencias de conciliación: todo lo contrario, cuando algo consiguió fue a partir de otros valores. Quizá algo nuevo habrá aprendido en su corta vida guinda, al lado de personajes como Mario Delgado Carrillo, Gerardo Fernández Noroña, Adán Augusto López Hernández y del mismo Ricardo Monreal Ávila. Todo aprendizaje le hará falta en los próximos días para resolver ese trabuco que tiende a agudizarse si no se enfrenta con inteligencia y experiencia política.

Después de todos estos hechos registrados, lo único que importa es ver hacia adelante, enfocarse en lo que sí se puede hacer, en lo que aún está a tiempo de implementarse, en las estrategias de miras altas, de horizontes reparadores, de soluciones profesionales, sólidas, bien intencionadas, de prestigio, acordes con los valores de la Cuarta Transformación, de los que muchos nos sentimos orgullosos e identificados.

Muchos caminos de resolución podrían aparecer para quien verdaderamente quiera dar la cara y encontrar respuestas de altura, no solamente con los estatutos guindas en la mano, como amenazantes, sino que ahí mismo en los documentos básicos morenistas existen apartados que se refieren a la enorme pluralidad que puede contener la militancia y de su forma profesional de atenderla. El debate y la pluralidad son dos características que durante toda su historia han vestido a la izquierda a lo largo de los tiempos. A estas debemos apostarle, para nutrirlas y encontrar cause, donde todos ganemos.

Ya no son tiempos donde solo una de las partes gane, menos cuando se trata de fortalecer la democracia y de escuchar la voz del oprimido. Por el bien de todos, poner los oídos finos a los reclamos. Más le conviene a Marco ponerse atento.

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