Semáforo de riesgo sanitario
 
Hace (40) meses
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Durante varias semanas la Ciudad de México se mantuvo en semáforo naranja a pesar del constante aumento de casos de Covid-19 y el riesgo de un colapso en el sistema de Salud; un poco tarde, la jefa de Gobierno habló de estado de emergencia, hecho que no movió el color de semáforo y continuó en el mismo.

Hace apenas unos días, el gobierno federal decidió que la Ciudad de México estaba en semáforo rojo, justo al momento en que el colapso del sistema de Salud se hacía evidente; hay confusión en el manejo informativo, a decir de algunos. Los mensajes del gobierno se han convertido en una zona compleja y en ocasiones minada en cuanto a la fiabilidad de la información.

Por otro lado, el argumento de que esta no ha sido manejada de manera correcta por parte del gobierno ha tenido una respuesta ambivalente en la que la descalificación y el argumento de responsabilidad de anteriores regímenes han sido la mejor manera de explicar, lo que, a decir de muchos, es un desastre y una catástrofe en materia de salud.

Hablar de esa experiencia, en la cual las decisiones mostraban una extraña ruta que terminó en que la Ciudad de México transitó hacia el semáforo rojo, es hablar de la realidad que se está viviendo en muchas entidades del país.

El caso de Chiapas y Campeche, donde el presidente de la República ha llamado a que se regrese a clases presenciales, ha tenido una repuesta negativa de uno de los grupos aliados de su gobierno, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), quienes han señalado que no existen las condiciones materiales para que eso suceda.

Hidalgo no ha escapado a las circunstancias que el manejo de la pandemia y las decisiones adoptadas imponen en todo el país. Un estado en el que el colapso del sistema de Salud, en el área de Covid-19 se vislumbra cercano y grave.

A pesar de ello, se mantiene por parte del gobierno federal el semáforo naranja, ello a pesar de que en la entidad se han reforzado medidas en 33 municipios en los que el aumento de contagios ha crecido de manera inusitada.

Sin embargo, al menos hasta inicios de semana, el transporte público en algunos de esos municipios incumplía con las medidas sanitarias de seguridad y la Secretaría de Movilidad y Transporte tampoco hacía lo necesario para garantizar el cumplimiento de estas medidas.

Además de ello, algunos actos públicos, antes y durante el proceso de endurecimiento de las medidas sanitarias, muestran que tampoco en la entidad hubo una toma de decisiones ajustada a esa realidad, las tomas de protesta de los ayuntamientos, la tardía retirada de los vendedores ambulantes.

La imposibilidad de tomar acuerdos con los ayuntamientos se hizo evidente en las acciones que impulsó el gobierno de la entidad y las acciones que al menos dos alcaldes han llevado a cabo, a pesar de las posibles consecuencias para la población.

El cierre de actividades no esenciales y la protesta de comerciantes en torno a la instrucción de cierre, mostrando su rechazo, son elementos que dejan en claro que las decisiones por más brillantes que parezcan, no deben, bajo ninguna circunstan, tomarse en solitario o con un reducido grupo de colaboradores.

Estamos en naranja y bajo riesgo de colapso del sistema de salud; el propio secretario ha manifestado que, si no se toman las medidas más adecuadas y se rompe la cadena de contagio, veremos cómo las personas, aquellas que queremos, dijo, morirán sin poder recibir la atención adecuada.

Esa declaración, sin embargo, se realiza en el marco de la presentación de una política pública denominada Hidalgo más fuerte, la misma que al parecer no fue consensada con los ayuntamientos ni con los sectores involucrados, al menos en la búsqueda de sensibilizar y mostrar la realidad que verdaderamente estamos viviendo en la entidad.

Estamos en naranja, pero vivimos en el rojo de la incertidumbre y de la poca información en torno a la realidad del avance del Covid-19 en Hidalgo, más allá de lo que la autoridad federal diga, el gobierno de Hidalgo debe, sin más, iniciar procesos que puedan verdaderamente perfilar el tamaño de los riesgos sanitarios a los que nos exponemos en esta pandemia.

Es un deber en el que deben privar menos discursos y más acciones en fortalecer las acciones sociales en favor del confinamiento y el distanciamiento social, pero bajo condiciones de información clara, simple y encaminada a preservar la vida de las personas. En los 33 municipios de alta riesgo, pero también en las demarcaciones de bajo riesgo.

Estamos en naranja, pero de la misma manera que la Ciudad de México, es un naranja simulado frente a los grandes riesgos que vivimos. Si el gobierno espera una respuesta social aceptable y adecuada para frenar los contagios, la sociedad espera información clara y precisa sobre lo que está ocurriendo, y, sobre todo, de las debilidades y fragilidades del sistema de salud.

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