A un mes de la inundación en Tula, algunos de los damnificados siguen “sin un techo” para resguardarse.
Rosalba Jiménez Tovar, una de las 35 mil personas afectadas por el desbordamiento de los ríos Rosas y Tula, recordó que días después de la tragedia la visitó personal de Protección Civil municipal para recomendarle que abandonará su vivienda, pues esta “se caía a pedazos”.
Desde entonces —dijo—, su vida ha sido un constante peregrinar, ya que duerme donde le “agarra la noche”, ya sea con familiares, amigos o conocidos.
Rosalba, de 45 años de edad, cuenta que a un mes de la inundación —la cual cubrió por completo su hogar, pues el agua alcanzó 3.5 metros de altura— no ha recibido ayuda por parte de los tres órdenes de gobierno.
Señaló que a ella y a otros vecinos que viven en la misma situación no les han entregado enseres domésticos “ni un centavo” para la reparación de su hogar.
Se dijo abandonada a su suerte por las autoridades, por lo que llamó a la unidad para integrar un gran movimiento y hacer que la federación les reintegre todas las posesiones que perdieron en el siniestro, en su caso, también un negocio de ropa.
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Señaló que los apoyos anunciados por el municipio y el gobierno federal, mil y 35 mil pesos, respectivamente, se le hacen una cantidad “ridícula”. No obstante, los tomará, pues “cualquier ayuda, por mínima que sea, es buena”.
Miguel Ángel Martínez I Tula de Allende
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Carlos Pailléz Bouchéz, titular del Fideicomiso de Infraestructura Ambiental de los Valles de Hidalgo, presentó tres posibles soluciones a las inundaciones de Tula durante una ponencia en el Teatro al Aire Libre de la Ciudad de los Atlantes.
El experto en sistemas hidrológicos, egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y miembro de la agrupación ambientalista Greenpeace, dijo que ya se puso en contacto con autoridades estatales y federales para presentar las alternativas.
