Huasca de Ocampo, Hidalgo, donde hace 10 años no crecía el jitomate, resultó fértil para que Flavio Fernández sembrara 25 variedades ricos en colores y tamaños.
Una de esta es la Mirazur, jitomate que no cabe en la palma de una y que se parece al jitomate riñón; además, tiene cáscara que va del verde al amarillo ocre, naranja y rojo.
“Una vez mi amigo Lucio Usobiaga llegó con un sobrecito de seis semillas. La persona que se las entregó a él le dijo que se las pasara a alguien que en verdad las apreciara y necesitara. La envoltura con las semillas venía acompañado de un instructivo para que las semillas fueran sembradas de la mejor manera. Yo no sabía que era lo que iba a crecer. Hasta que salieron los jitomates me enteré”, cuenta don Flavio.
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Añadió que las semillas las envió Mauro Colagreco sin saber su destino final. Poe esto, Flavio, al no saber el tipo de jitomate, le nombro Mirazur.
“No conozco al chef, pero me puse a investigar de su vida y me encantó la idea de nombrarle a los jitomates Mirazur, es un homenaje y agradecimiento”, dijo.
Asimismo, mencionó que, al conocer la procedencia del jitomate, supo que su nombre es Corazón de Buey. Esta variedad tiene la piel muy delgada, su pulpa es carnosa, jugosa y con pocas semillas en su interior.
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Redacción | Huasca de Ocampo