El primer ministro británico, Boris Johnson, herido por la dimisión de una treintena de miembros de su gobierno y presionado por otros para que renuncie, se aferró este miércoles a un cargo que cada vez más pende de un hilo.
Según la prensa local, varios pesos pesados del Ejecutivo, entre ellos su hasta ahora incondicional defensora Priti Patel, ministra del Interior, fueron a Downing Street a decirle que había perdido el apoyo de su Partido Conservador y que no puede continuar.
Según uno de sus asesores, Johnson destituyó a su ministro de Vivienda, Michael Gove, uno de sus aliados que, según los medios, también le había pedido dejar el cargo.
“El primer ministro está animado y seguirá luchando”, afirmó a Sky News James Duddridge, el asesor de Johnson.
El primer ministro se niega rotundamente a dimitir, según la prensa británica.
“Realmente no creo que nadie en este país quiera que los políticos se dediquen ahora a hacer campaña electoral”, afirmó ante un comité de presidentes de las diferentes comisiones parlamentarias, descartando convocar elecciones anticipadas.
“El trabajo de un primer ministro en circunstancias difíciles, cuando se ha recibido un mandato colosal, es seguir adelante y eso es lo que voy a hacer”, aseguró ante la Cámara de los Comunes, enumerando sus logros y las cuestiones pendientes, como la acuciante crisis por el coste de la vida.
El líder de la oposición, el laborista Keir Starmer, lo acusó de dar un “espectáculo patético” en “el último acto de su carrera política”.
Este nuevo capítulo de la creciente crisis política que vive Reino Unido desde hace meses empezó cuando los ministros de Salud Sajid Javid y Finanzas Rishi Sunak anunciaron sus dimisiones.
Les siguieron una treintena de miembros del gabinete, de menor rango, en una incesante sangría el miércoles de secretarios de Estado, mientras algunos de sus más fieles colaboradores se esforzaban por defenderlo.
AFP | Londres