Brazil’s midfielder Paulinho (L), Brazil’s defender Marcelo (2ndL), Brazil’s midfielder Casemiro (2ndR) and Brazil’s midfielder Willian (R) warm up as they take part in a training session of the Brazilian national football team at the Yug Sports stadium in Sochi, on June 13, 2018 ahead of the Russia 2018 World Cup football tournament. / AFP PHOTO / NELSON ALMEIDA
Llevan mil 441 días esperando, desde que Brasil cayó fulminada ante Alemania en Belo Horizonte sumiéndose en un infierno del que tardó dos años en salir. Pero la Seleçao está de vuelta en un Mundial y el domingo arrancará ante Suiza la lucha por conquistar lo que perdió en casa: el orgullo y su sexta copa.
El tiempo se congelará para la canarinhacuando caiga la noche en Rostov del Don, para ellos y para todo un país que promete pararse cuando sean allí las tres de la tarde. Dicen los sondeos que este Brasil entretenido por la tecnología y decepcionado por la crisis ya no vive el futbol como antes, pero lo del domingo es asunto mayor.
La canarinhade la esperanza de Tite, la que revivió de una depresión sin precedentes y llegó antes que nadie a Rusia con 17 victorias y solo una derrota en 21 partidos, debuta en el Mundial.
Lo hará además con su estrella Neymar casi recuperada, después de los tres meses de baja por una lesión en el pie que le hizo temer lo peor. Pero el jugador más caro del mundo siempre tuvo claro que su prioridad estaba en Rusia y, tras conocer el diagnóstico, se marchó a Brasil para ponerse en manos del médico de la Seleçao, dejando a sus jefes plantados en París.
Esta decisión polémica parece haber salido bien, porque ha vuelto como un rayo, aunque todavía le falte rodaje. Ya en su primer contacto en el amistoso contra Croacia, donde solo salió en el descanso, marcó un primer golazo y, una semana después ante Austria, dejó al portero sentado para coronar con otro su vuelta como titular.
Rostov-on-Don I AFP