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Hace 12 días
Resistencia al cambio (de color)

A principios de los años 90, surgió la necesidad de comercializar la leche Santa Clara en un nuevo envase y dejar atrás el clásico envase de bolsa de plástico que había sido usado hasta esos años. La expansión de la empresa y la necesidad de buscar estrategias para que la leche fresca pudiera venderse en más puntos de venta requería de nuevos procesos de producción y envasado. También se requería un nuevo diseño del envase de un litro.

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En el mundo de la creatividad, la resistencia al cambio es uno de los enemigos más grandes a vencer. Hace 25 años trabajé en la empresa de productos lácteos Santa Clara, donde me enfrenté a esta peculiar colección de miedos a lo desconocido, mientras desarrollaba uno de los proyectos de diseño más entrañables de mi carrera.
A principios de los años 90, surgió la necesidad de comercializar la leche Santa Clara en un nuevo envase y dejar atrás el clásico envase de bolsa de plástico que había sido usado hasta esos años. La expansión de la empresa y la necesidad de buscar estrategias para que la leche fresca pudiera venderse en más puntos de venta requería de nuevos procesos de producción y envasado. También se requería un nuevo diseño del envase de un litro.
Se contrató a un despacho de diseño externo y recuerdo cuando enviaron una docena de propuestas de diseño de envase. Todas tenían algo en común: predominaba el azul. Las marcas líderes de entonces usaban el azul en su diseño y esta fue la argumentación del uso de ese color.
Con dudas sobre los prototipos recibidos, empecé a trabajar con el diseño del nuevo envase y durante el proceso descubrí que el logotipo de la marca incluía como marco envolvente el color vino. Según la guía de color Pantone, era el 209. Nunca olvidaré este número porque lo usé de manera recurrente en la nueva propuesta de diseño. Después de varias semanas presenté a los directivos de la empresa el envase de leche con color vino.
Vinieron muchas preguntas y dudas naturales durante varias semanas. “El color vino hace pensar que es de leche de fresa” o “hay demasiado espacio vacío-blanco”. El usar el color azul significaba mantenernos en nuestra zona de confort y no correr el riesgo de usar un color novedoso. Después de varios meses, finalmente se decidió usar el diseño con el color vino y desde el principio funcionó muy bien. Con el tiempo la marca adoptó el color vino en objetos promocionales y en el diseño arquitectónico de las tiendas. Y la marca logró distinguirse de otras marcas de leche.
A la distancia, y este año que Santa Clara cumple 100 años, aprecio aquella decisión de diseño como un momento clave para el desarrollo de la marca. Hoy, el color vino identifica con plenitud al envase de leche y, a pesar de que el diseño ha pasado por varios cambios, la esencia permanece.

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