Las redes sociales podrían ser una adicción
 
Hace (24) meses
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Karla tiene 15 años, se conecta a TikTok al menos tres veces al día para publicar algún nuevo video en la plataforma. Además, en muchos otros momentos del día entra a la plataforma para ver los nuevos “trends”.

En Instagram está aún más activa, pues además de compartir los TikToks que graba diariamente, sube fotos y videos de lo que está haciendo, con quien está, a dónde va, qué come…

“Ella piensa que no pasa tanto tiempo en redes sociales, aunque siempre puedes esperar que te conteste en Messenger o en Instagram, pues siempre aparece que está en línea”, dice Amelia, una de sus compañeras de preparatoria.

De hecho, Karla tiene varias cuentas en las diferentes redes sociales (al menos 3 en cada una: Facebook, Instagram y TikTok), pero, dependiendo de cuál sea la última que creó, es en la que publica más.

“En algunos adolescentes y jóvenes veo esa imperiosa necesidad de entrar a las redes sociales, porque si no, se ponen ansiosos; si no, se ponen en un estado de ánimo alterado”, explica Miguel Wilson, psicólogo clínico y con especialización en adicciones y relaciones.

 El psicoterapeuta señala similitudes en todas las adicciones.

 “Una es la tolerancia: si antes tomaba una copa y ahora tomo dos, si antes veía TikTok una hora y ahora lo veo dos. La sustancia, llámese como se llame, virtual o no, cada vez se consume en mayores cantidades durante periodos más largos.

“Otro es el síndrome de abstinencia: cuando no la estoy consumiendo, me empiezo a sentir mal, ese es otro de los puntos a tomar en cuenta. Y luego empieza a haber daños y aun así lo sigo haciendo”.

En su experiencia profesional ha detectado también varias características en común en los menores que se enganchan a las redes.

 “Es una forma de evasión. Es una forma de no ver mi realidad, estoy viendo una realidad virtual, una realidad alterna, donde no estoy viendo mi propia vida.

“También veo que hay mucha desmotivación. Cuando me meto a redes sociales, lo que veo es que aparentemente todos tienen una vida fabulosa, increíble, excepto yo, no sé que estoy haciendo. Entonces viene esta comparación y viene esta desmotivación, porque yo no tengo esa vida fabulosa que tienen todos”.

Aunque Wilson, con maestría en terapia racional emotiva conductual, se enfoca más a las sustancias de consumo que a las redes, sí ha podido observar que en los niños y jóvenes que se “enganchan” hay una falta de expresión emocional, falta de contacto con sus emociones, para lo cual las redes sociales aparecen como una distracción de sus emociones.

 “Y hay también un cierto vacío existencial. Nosotros lo atribuimos a la parte espiritual, no religiosa. No nos interesa si son religiosos o no, sino si atienden su parte espiritual, ese es el que genera este vacío y que estemos en búsqueda para llenar ese vacío”, explica.

 Con más de 20 años de experiencia, el psicólogo se ha enfocado en los últimos años en la parte preventiva de las adicciones más que en la de rehabilitación.

 “Una vez que ayudas a uno, te das cuenta que 100 entraron a adicciones en un minuto. La prevención es el mejor camino. Creo que podemos ayudar más previniendo que simplemente tratando o reaccionando. Actúa antes de que el problema aparezca”, señala.

Quieren imitar a youtubers, influencers…

La psicoterapeuta Mónica Esquinca ve en el boom de las redes sociales entre niños y jóvenes algo aspiracional.

 “En niños desde 7 años hasta mayorcitos, escucho que dicen: ‘Yo quiero ser Youtuber, quiero ser influencer’. Y por otro lado, si yo subo cosas, si estoy presente en las redes y me dan likes y amplío mi número de seguidores, crece mi reconocimiento, es una manera de alimentar mi autoestima, hay muchas cosas detrás”.

Esta comparación, agrega la experta en salud mental, es uno de los grandes errores que podemos cometer en el amor propio.

 “Cada uno es único y cada uno tiene su propia vida”, remarca.

Otras características de estos jóvenes, señala, es que no están conectados con sus emociones, probablemente predominan las emociones negativas, tienen bajo amor propio y un vacío existencial.

La especialista advierte que este fenómeno ya se presentaba desde hace tiempo, pero con el confinamiento a causa de la pandemia de Covid-19, esta situación se incrementó.

Para niños y adolescentes, las redes son un medio de contacto social muy importante. Es otra forma de socializar, de estar en contacto con personas de su edad, menciona.

 “En mi experiencia: ya urgía regresar a las aulas, ya necesitábamos el contacto. Había mucha apatía de las clases, de los exámenes, se conectaba cuando querían, bajaron calificaciones”.

Con las clases en línea, agrega, se pudo haber quedado una adicción o hábito de estar volteando a ver sus dispositivos.

 ¿Qué pueden hacer entonces mamá y papá?

Hablar con sus hijos, tal cual. Díganles: sé que pasa esto y que necesitas esto de mí, tenme paciencia, estoy buscando cómo, o juntos diseñemos un compromiso de que manera lo podemos hacer.

Te digo cómo estoy yo, como papá o mamá, y te digo cómo le podemos hacer: este día, a esta hora, podemos hacer cosas juntos, platicar.

Porque si no, los niños y adolescentes llenan esos huecos, y lo interpretan como que no les importan a sus papás. Se pueden hacer una historia de horror cuando no es así.

¿En qué momento es una adicción?

Médicamente hablando, la “adicción” a algo tiene características muy particulares para dar ese diagnóstico. Éstas son algunas características generales que orientan a pensar en una conducta adictiva:

  • Patrón mal adaptativo de uso, que causa un deterioro o malestar clínico significativo.
  • Uso recurrente que lleva a fallas en múltiples obligaciones o responsabilidades.
  • Uso continuo a pesar de problemas sociales o interpersonales recurrentes causados por la sustancia/conducta.
  • Tolerancia (es decir, cada vez se necesita consumir más de algo para llegar a sentir el mismo placer inicial).
  • Abstinencia.
  • La sustancia/conducta se emplea en mayor cantidad o tiempo del que se pretendía usar.
  • Deseo persistente o esfuerzo sin frutos por dejar el consumo.
  • Reducción en actividades sociales importantes, ocupacionales o recreativas debido al consumo.
  • Deseo intenso de seguir consumiendo.

América Juárez | Agencia Reforma

 

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