Ni la memoria, ni las ganas, ni el ánimo traicionan a César Bono en su regreso al escenario. Solo el cuerpo, ocasionalmente, lo puede extenuar, pero no se da por vencido.

Con 70 años a cuestas y su movilidad asaltada por su accidente cardiovascular de hace tres años, al actor no se le merma ni el espíritu para seguir en pie, aunque se apoye en un bastón y muestre algo de cojera al caminar.

“Trabajar es mi pasión y me siento fascinado de haber regresado al teatro. Esta pandemia nos puso locos a todos y ver a los de producción, a estos que trabajan en redes sociales, a los de iluminación, a los boleteros. me encanta”, dijo César.

Uno de los momentos más conmovedores en su retorno con el monólogo Defendiendo al Cavernícola, que reactivó funciones presenciales el viernes tras parar en diciembre por la pandemia y por remodelación, llegó cuando entró a su camerino.

“Son cosas que uno no ve hasta que las vive, o a las que no les pone atención. Me conmovió mucho descubrir que el baño es nuevo, e interior, en mi camerino. Abría dos puertas para entrar, y ahora es una, directo, y tengo donde sostenerme.

“Incluso creo que las dimensiones son distintas, se ve más amplio; eso para mí, que no puedo mover toda la parte izquierda, es una cosa exquisita, ¿a poco no? Las enfermedades nos hacen valorar lo más básico, como ir al baño”, puntualizó.

El histrión de cine, teatro y televisión afirmó que lo que más lo alienta a continuar es que le siguen llegando propuestas laborales y que espera arrancar con su gira nacional dentro de unos meses.

“Soy el ser humano más agradecido con las segundas y terceras oportunidades, y sobre todo, si tengo la posibilidad de seguir en pie, trabajando, lo demuestro.

“No perdí mi capacidad de hablar, ni la memoria, ni la lucidez ni la cordura. Aquí estoy, firme, en pie, un poco jodido, pero con el mejor ánimo del mundo”, destacó.

Cómodo en la cueva

César Bono se levanta del mueble de piedra de utilería con el doble de esfuerzo que hace unos años, pero sin evidenciar cansancio.

Risueño, bromista, malhablado y dicharachero, se muestra empático con su entorno, aun con la parte izquierda de su cuerpo paralizada.

Lejos de olvidar fragmentos de Defendiendo al Cavernícola, los enriquece con su improvisación.

“A ver si no me doy un putazo y caigo de nalgas, porque aquí debo hacer como que me baño. y no me baño con bastón ¿verdad?”, expresó en un momento de la función que ofreció el viernes por la noche, mismo que la audiencia le celebró.

El Teatro Ignacio López Tarso, en el Centro Cultural San Ángel, contó con un público a la mitad de su aforo por restricciones sanitarias, pero le retribuyó con incontables aplausos.

César se sabe de principio a fin, con y sin chistes adicionados, el unipersonal emblema de su carrera, que lleva 15 años compartiendo. No deja de hacer alusión a Paty, su mujer, ni al análisis masculino-femenino.

Parejas de esposos, novios, amantes, son testigos del discurso sobre “cazadores” y “recolectoras” que el actor de Vecinos ofrece en poco más de hora y media, y que no pierde vigencia.

Con el bastón en la mano derecha, César camina cojeando. Le cuesta trabajo, pero es su trabajo… y le encanta.

Juan Carlos García I Agencia Reforma