El sismo del 19 de septiembre de 2017 lastimó las emociones de los capitalinos y aún se desconoce cuántas de estas heridas siguen abiertas y requieren atención, señalan especialistas.

Un estudio de un grupo de psicólogos, quienes hace un año se volcaron a ayudar a la población, revela que el temblor dejó afectaciones en la población.

El Colectivo de Investigación y Análisis Estratégico en Ciencias Sociales y Salud (IAE) en conjunto con la Asociación Mexicana de Psicología Infantil (AMPI) encuestaron a 850 personas, entre menores de edad, adolescentes y adultos.

El estudio sobre la calidad de vida y salud mental mostró que el 66.62 por ciento de los habitantes de la CDMX presentan un malestar emocional, como reminiscencias, estado constante de alerta, ansiedad, pánico o desesperanza, cuya recuperación va de tres semanas a un mes.

“(Sin embargo, si) estos síntomas que se perpetúan a lo largo de meses, afectan la calidad de vida de las personas”, explicó Laura Ayala, miembro de AMPI.

Los especialistas dividen a los afectados en víctimas directas: quienes perdieron a alguien, su hogar o espacios de convivencia o quienes quedaron lesionados; y víctimas indirectas: quienes tuvieron afectaciones emocionales o desarrollaron algún tipo de trastorno de estrés postraumático o personas que asistieron a otras.

“Hay que apuntar que no hay reacciones anormales ante un suceso anormal. Sin embargo, sí las hay después de haber experimentado un fenómeno como un temblor, esto sería presentar síntomas de estrés postraumático, aunque ya haya pasado la emergencia”, explicó Fátima Moneta, miembro de la AMPI.

El 80 por ciento de los encuestados dijo haber sentido miedo y angustia durante el sismo y el 30 por ciento tuvo crisis nerviosa, pero sólo el 1.28 recibió asistencia inmediata.

Aún tras el sismos del 85, los capitalinos no están preparados para vivir un desastre ni para afrontar las consecuencias, asegura Javier Bautista, del IAE.

“Las medidas de ‘no corro, no grito, no empujo’ no han sido efectivas, pero si le sumamos que no hay forma de atender la reconstrucción emocional, finalmente, los síntomas se van a perpetuar y acentuar, y tendrán consecuencias a la hora de reaccionar”, dijo el experto.

El sentimiento de culpa es otro factor que se presenta con las afectaciones postraumáticas.

“Muchas de las respuestas psíquicas que vimos en las personas ya estaban previas al sismo. Lo que hizo el sismo fue mover y manifestar ese sentimiento de culpa canalizado a ayudar”, dijo Ayala.

“El 54.22 por cierto de las personas contestaron que reaccionaron por sentido común al sismo, lo que quiere decir que las acciones de protección civil no fueron efectuadas, a pesar de saberlas”, dijo Laura Ayala de AMPI.

El sentimiento de culpa es otro factor que se presenta con las afectaciones postraumáticas.

“Muchas de las respuestas psíquicas que vimos en las personas ya estaban previas al sismo. Lo que hizo el sismo fue mover y manifestar ese sentimiento de culpa canalizado a ayudar. Los problemas ya estaban, el sismo los agudizó”, dijo Ayala.

Según Fátima Moneta, otros de los factores que impulsó a la sociedad civil a ayudar, fue el reconocimiento de la ausencia del gobierno, pues 56.14 por ciento consideró que las acciones gubernamentales fueron insuficientes y tardía.

Y los niños también
La Asociación Mexicana de Psicología infantil (AMPI) prestó servicios en la comunidad de El Gavillero, en la Delegación Magdalena Contreras, donde trabajaron con, al menos, cien niños con síntomas postraumáticos.

La actitud de los menores en la comunidad se volvió agresiva, pues, según Fátima Moneta, de AMPI, los cambios de espacio, la ruptura entre compañeros y la falta de escuelas, abonan a los cambios emocionales en los menores.

Luego del sismo, las casas de El Gavillero quedaron severamente afectadas, por lo que familias enteras tuvieron que trasladarse a un himbernadero prestado.

Al menos cien niños tuvieron que ser atendidos, ya que presentaban desordenes en su carácter como violencia.

Ariadna Lobo
Agencia Reforma