Checa la entrevista que se le hizo a Miguel Barbosa en enero de 2014 tras la amputación de su pie derecho cuando era coordinador del PRD en el Senado.
Miguel Barbosa se reclinó en su asiento y levantó la pierna derecha.
“No me da vergüenza mostrar mi muñón. Perdí mi pie, pero no la dignidad, me siento entero y completo para enfrentar las cosas”.
Instalado ya en su oficina del Senado, el coordinador del PRD narró la experiencia que vivió en su estancia de 20 días en el hospital donde -según dijo- tuvo un encuentro cercano con la muerte.
Bromista, sin lamentaciones, el político poblano reconoció que padece diabetes desde hace varios años, pero nunca asumió su condición.
El 23 de noviembre de 2013 la crisis estalló.
Como consecuencia de una infección generalizada, tuvo que ser internado y sometido a dos cirugías para la extracción de la vesícula y la amputación del pie derecho.
“Cuando llegó el momento, antes de la anestesia, hice tres oraciones: por mi esposa y mis hijos, por mi madre y por mis hermanos. Pensé que podía ser el fin”, relató.
“Estaba consciente de que podía morir. Me dije a mí mismo: ya llegó el momento. Ahí, en ese trance, fui consciente de que podía morir.
“Cuando desperté le dije a mi esposa que me quitaran el vendaje, porque no podía estirar mi pierna. Entonces me di cuenta de lo que había pasado. Vi que no tenía mi pie derecho, vi el muñón. No hice ni una sola pregunta”.
Aunque aceptó que pasó por momentos difíciles, sostuvo que no ha sido necesario recibir terapia psicológica para superarlo.
Según el perredista, logró sobrevivir gracias a la resistencia física de su corazón, la fe en Dios y los cuidados permanente de su esposa, Rosario Orozco.
“Es que ella es la mujer que Dios hizo para mí”, repitió.
¿Qué lección le deja lo ocurrido?
Lo que pasó yo lo provoqué. No tuve miedo, no sentí dolor en ningún momento. No he tenido depresión, no entré en crisis. Hay que ser hombrecito.
Pero lo que me pasó fue producto de un gran descuido, por no asumir mi condición, ese es el aprendizaje.
¿Qué perdió?
Perdí el pie, pero también perdí soberbia y gané sencillez; perdí arrogancia y gané objetividad. Sería muy cursi decir que ahora quiero más a la gente… pero si, la veo diferente.
¿Cuándo se enteró que le dio un infarto a López Obrador?
Dos días después de que ocurrió, me impacté, recé por él. No creí que fuera posible. Para mí no podía pasar algo así, porque Andrés Manuel (López Obrador) es alguien muy importante para las fuerzas progresistas. Es algo que no debió ocurrir.
¿Qué piensa de la casualidad? Enfermaron casi al mismo tiempo.
¡Pues nos embrujaron!
Desparpajado, Barbosa asumió lo vivido, contó chistes e incluso bromeó sobre su condición física.
“Tuve que salir a comprar ropita, porque la de gordito ya no me queda, bajé algunos kilitos. Y entonces he ido a las plazas comerciales y ahí voy, meneando mi muñón, como para que lo vean.
“No es un asunto de cinismo, no siento vergüenza por lo que me pasó, no me siento disminuido, soy y me declaro un minusválido en proceso de rehabilitación”.
El perredista detalló los avances de su recuperación y hasta la manera como quiere que lo traten en el Senado.
“Voy a llegar a sentarme a mi escaño, no quiero una sillita especial ni cuidaditos. Voy a regresar a mi escaño. No escondo nada”, dijo.
“Ya aprendí a caminar en andadera, ya estoy aprendiendo con las muletas y me están haciendo mi prótesis, una de esas que son muy modernas… pero la rehabilitación no acaba nunca. Ahora me toca aprender a caminar.
“Me siento el mismo, pero con una realidad distinta que hay que enfrentar. Bueno, tal vez ahora soy un poquito más cursi”.
Claudia Guerrero | Agencia Reforma
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