A pesar de su juventud y los riesgos que implica el manejo de pacientes, dos profesionales de la salud se encuentran desde hace un año en la primera línea de atención en el Hospital de Respuesta Inmediata Covid-19, conocido como “inflable” y ubicado en Pachuca.

Carlos Hernández García, médico general de 31 años de edad, reconoce que su familia tenía reservas respecto a que trabajara en el epicentro de la pandemia; además, él sentía temor de enfrentarse a una enfermedad desconocida; sin embargo, manifestó que, para sortear el miedo, lo principal es mantenerse mentalmente fuerte.

Pacientes con saturación extremadamente baja, casi inconscientes, procedimientos de intubación, y, sobre todo, la muerte de personas son los sucesos más difíciles que ha enfrentado durante el año que ha laborado en el hospital inflable.

“En una ocasión, llegaron muchos pacientes al mismo tiempo, todos venían con baja saturación de oxígeno; entonces, teníamos que mantener a unos con tanques y a otros, con concentrador… y pues (se siente) la impotencia de no poder ayudar a todos al mismo tiempo, que fue cuando tuvimos la capacidad del hospital al límite”, describió.

Asimismo, dijo que su actividad requiere atención; por ejemplo, en un proceso de intubación –que dura segundos– “no puedes equivocarte”, ya que podría haber consecuencias negativas para el paciente.

Destacó que cuando las personas que se contagiaron salen adelante, aunque su diagnóstico haya sido complicado, y pueden regresar con su familia y a su vida cotidiana es uno de los aspectos que más satisfacción le brindan.

Por otra parte, el hospital inflable representó la primera experiencia laboral para la enfermera general Yaneth Hernández García, de 25 años de edad, quien, aunque tuvo la posibilidad de quedarse en la sección de Triage, es decir, no ingresar al área Covid-19, no dudó en hacerlo, pues para ella era “fundamental” en su preparación profesional.

Aun con el temor que siente su familia, debido a que se encuentra en contacto directo con personas con coronavirus –una de sus responsabilidades es extraer secreciones de la boca de pacientes para evitar que se acumulen–, resalta que es parte de su carrera.

“Desde niña siempre quise ser enfermera; siempre me ha gustado ayudar a los demás”, dijo la trabajadora de Salud.

Una de las partes que más le ha impactado en el entorno de la pandemia es que, al ser un padecimiento altamente contagioso, los pacientes no pueden ver a sus familiares: “Prácticamente adentro del hospital están solos, y es una situación muy triste”.

Asimismo, dijo que también se encuentra sola en la capital hidalguense, pues sus parientes radican en otro municipio.

Infraestructura del nosocomio

• El hospital inflable cuenta con 50 camas
• Tiene una superficie de mil 800 metros cuadrados y un peso de mil 500 kilos
• Cuenta con un tomógrafo de 128 cortes

El lado “bueno”

• Hernández García comentó que una de las experiencias “buenas” que le ha dejado la pandemia es ver personas recuperarse de la enfermedad, lo que les permite regresar con su familia y a sus actividades cotidianas

Yuvenil Torres l Pachuca

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