Agua y gobernanza ambiental

En algún momento, una reportera me preguntó:

¿Hay problemas reales con el agua en Hidalgo? De inmediato respondí que sí, es más que evidente que el problema hídrico está ahí.

Se ve en el desabasto, en la incapacidad de los organismos operadores para dotar de agua a las localidades del estado. La sequía misma, la alteración en los patrones de lluvia de la entidad.

 
Hace 13 días
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En algún momento, una reportera me preguntó:

¿Hay problemas reales con el agua en Hidalgo? De inmediato respondí que sí, es más que evidente que el problema hídrico está ahí.

Se ve en el desabasto, en la incapacidad de los organismos operadores para dotar de agua a las localidades del estado. La sequía misma, la alteración en los patrones de lluvia de la entidad.

Tenemos problemas con el agua, pero, agregaría hoy, también tenemos problemas con el gobierno.

El agua es vista por los organismos operadores como un servicio, lleno de ambigüedades en la forma en que se presta y se cobra. También llena de justificaciones baratas en torno al porqué de las fallas y las constantes reparaciones de una red, que es vieja, inútil e inservible, pero, en la cual, no hay, al menos hasta ahora, una intervención mayor.

El agua es vista, decía, como un servicio, no como un bien, sea social, cultural, económico, político o ambiental.

Necesariamente, cada uno de nosotros hablaremos del agua desde el lugar que nos corresponde en la sociedad. Los usuarios miran con molestia la forma en que se construye una narrativa de excusas y justificaciones para un tema que debe resolverse en lo inmediato.

Los funcionarios de la administración acusan un manejo tendencioso de la información y aseguran que ello genera conflictos innecesarios en las zonas con desabasto.

Sin embargo, la visión del agua como un servicio es inadecuada. Más aún si se observa como un derecho que puede suspenderse, si no se paga en tiempo.

De esto hablaremos algún otro día y el impacto negativo que genera en el bienestar de la familia.

Hay palabras que son indispensables en la actividad de la administración pública. Planeación estratégica, gobernanza, políticas públicas, habilidades gerenciales; también hay acciones que son indispensables, entre las que sobresale la asertividad como modelo de gestión.

Sobre estos temas hay diversas opiniones: Fernando Tudela, en el prólogo del libro Agua, medioambiente y sociedad, comenta que “México se enfrenta a la posibilidad de una crisis del agua que comprometería el futuro inmediato de su proceso de desarrollo”.

Deja entrever, desde 2005, lo grave que podría ser no atender el tema de manera adecuada. Por su parte, Juana Amalia Salgado López, citando a C. Cruz, dice que el gobierno abierto es una filosofía político-administrativa que se basa en los valores y principios de la transparencia, de la democracia participativa y el empoderamiento ciudadano.

Cuando hablamos de gobernanza, a la mayoría, sobre todo a los que sí saben, le viene a la cabeza su relación con la democracia, la participación ciudadana y el buen gobierno y, exclaman, no aplica en materia de agua.

Pero en el caso de que no aplicara, ¿no valdría la pena construir un nuevo paradigma en la gestión del agua? ¿No se lograría una mayor participación ciudadana en su cuidado y en su uso racional en el consumo humano? ¿Valdría la pena construir nuevas formas de tener mejores prácticas de gobernanza hídrica?

Debemos considerar el agua como un bien público. También, que el concepto de soberanía hídrica se asocie con el derecho humano al agua y se vincule de manera correcta con el desarrollo económico de México.

Construir nuevos espacios para la gestión y el gobierno es una demanda que se ha expresado en las constantes marchas y bloqueos en la zona metropolitana.

Pero el gobierno solo ha visto un montón de gente haciendo problemas donde no los hay.

Porque, de haberlos, el gobierno lo sabría y lo atendería, por algo son el gobierno del cambio.

Judith Domínguez Serrano, al hacer un análisis en torno al tema de la gobernanza, reconoce que, en el caso de México, no ha adquirido un reconocimiento real y señala la importancia que reviste el hecho de que “gana mayores espacios en los documentos de los organismos internacionales que directa o indirectamente influirán en las políticas ambientales internas refiriéndose a la superación de la crisis en la gestión”.

Es tiempo de transformar la forma en que miramos el agua, asumirla como un tema de carácter político de importancia geoestratégica en función del papel que juega en el desarrollo económico de las naciones, pero también como un elemento que, al ser gestionado de forma incorrecta detona al interior de la sociedad carencias y desigualdades.

Que el gobierno ha sido incapaz de conceptualizar correctamente el agua, es verdad. Que está a tiempo de construir una nueva visión del tema, también es verdad. La pregunta ahora es si quiere hacerlo o al menos si le importa querer hacerlo.

Por lo demás, cada uno seguirá mirando la realidad social desde el ángulo que le toca vivir. Y hoy por hoy los usuarios han mostrado su hartazgo frente a la incapacidad.

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