Del olvido y el destierro a regresar como refuerzo. El año pasado, el América no quería saber nada de Renato Ibarra, a quien mandó al Atlas.
Sin embargo, para este Grita México A21, las Águilas le abrieron las puertas el ecuatoriano, quien fue acusado por su esposa Lucely Chalá de violencia familiar y tentativa de feminicidio.
Un caso de esta naturaleza en otras ligas hubiera significado desde una sanción económica ejemplar, suspensión temporal o incluso definitiva.
Sin embargo, la Liga MX se maneja distinto, al ni siquiera contar con un reglamento para este tipo de incidentes y dejar que los clubes actúen de acuerdo a sus criterios.
El 5 de marzo de 2020, Ibarra fue detenido en Cdmx al ser acusado de golpear a su pareja, que en ese entonces estaba embarazada.
Tras estar un par de días en el Ministerio Público negando siempre las acusaciones y argumentando “una confusión”, fue trasladado al Reclusorio Norte y liberado el 12 de marzo, tras llegar a un acuerdo con su esposa.
América lo descartó en ese momento, pero ahora lo registró argumentando lesiones y que Ibarra cumplió con lo que le exigió la ley.
“El jugador ecuatoriano ha solucionado sus problemas familiares. Su expareja e hijos le han acompañado a entrenamientos y partidos. Asimismo, ha sido capacitado en materia de equidad de género ante el Centro Especializado para la Erradicación de las Conductas Violentas Hacia las Mujeres (CECOVIM) del gobierno de Jalisco”, informó el América.
En ligas estadunidenses como la NFL y la MLB, los agresores tienen otras consecuencias.
En 2014, los Ravens de Baltimore rescindieron el contrato de Ray Rice cuando fue encontrado culpable de darle un puñetazo a su novia dentro de un elevador, por lo cual la NFL lo suspendió de manera indefinida, ya que desde 1997 aplican la política de “cero tolerancia” para erradicar actos violentos de tal naturaleza.
En 2018, la MLB suspendió por 75 juegos al pitcher mexicano Roberto Osuna, quien jugaba para los Blue Jays, por violencia intrafamiliar y sin derecho a percibir su sueldo, por lo cual su equipo decidió rescindirle el contrato.
Un año después, el 17 de agosto de 2019, Julio Urías, pitcher mexicano de los Dodgers, fue suspendido por 20 juegos por violar la política de violencia doméstica de las Grandes Ligas.
Urías había sido arrestado a las afueras de un centro comercial de Los Ángeles, California por presunta agresión física a una mujer, pero tras permanecer en prisión un día salió libre bajo fianza de 20 mil dólares ya que la víctima dijo que sólo se trató de “una discusión acalorada”.
Omar Fares I Agencia Reforma
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