Valientes amigos…
 
Hace (70) meses
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Ahora que Carlos Gullit Peña necesita de sus verdaderos amigos para salir adelante de su adicción, se espera que quienes están puntuales para descontarle cuotas y comisiones, también lo acompañen para apoyarlo.

Ayudar a su familia a administrar el patrimonio que el jugador ha forjado a lo largo de su accidentada carrera es una buena forma de ayudar, para que al salir de la clínica en que se rehabilita no se encuentre con que su cuenta bancaria también sufrió ordeña.

En todos estos años de excesos del Gullit, quien debió exigirle que valorara y aprovechara los privilegios de los que goza un futbolista, pues no lo hizo, y más bien fue al contrario, pues casi casi que sólo le faltó cambiarle los billetes de 500 para que Peña pudiera lanzarse al Oxxo por los six de Indio.

Lo más gacho del asunto es que el representante al que me refiero no sólo puso su granito de arena para que El Gullit esté hoy en un centro de ayuda contra las adicciones.

En su cartera de clientes se encuentra también cierto jovenzuelo que pintaba para grandes cosas, pero a quien le llenó la cabeza de ideas y le hizo creerse que era el Ronaldo del Madrid, sólo por ser su tocayo.

Este mozalbete no había demostrado nada en la Liga MX cuando ya pedía un trato que ni CR7, y desperdició la gran oportunidad de crecer en una institución solvente que creía en él y lo iba llevando poco a poco.

Ante la falta de respuesta, la paciencia se agotó y el club acabó por venderlo en la primera oportunidad que tuvo, el jugador se fue a hundir a la banca y luego a la nada vestido de rojiblanco en la Perla Tapatía.

¡Qué casualidad que Gullit y mi Falso CR7 tengan al mismo ‘salvador’!

El bicho del amor
Me contaron que mi amigo El Cubo Torres anda metiéndole duuuro al gimnasio, pero no, no es porque tenga sed de revancha y quiera ganarse un puesto en Pumas (o Xolos) para la próxima temporada, sino porque le picó el bichito del amor.

Así es, el atacante anda con galana nueva y luego luego me lo puso a entrenar. En vez de andar del tingo al tango de vacaciones, como la mayoría de los futbolistas universitarios, que nada más los echó el América y se fueron encantados a pasear, mi Cubo le anda pegando al gimnasio con su nuevo amor, que se ve que también lleva hartos años exigiéndose en ese ámbito.

Ojalá que no se pase de músculo, pues el futbolista reconoce que entre más pesado, más trabajo le cuesta desempeñarse en el campo. Y que tampoco se agote demasiado, pues es uno de los que más masaje necesitan después del entrenamiento felino.

 

San Cadilla

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