No hay nada que provoque todo lo que genera el futbol. Alegría, tristeza, enojo, euforia son algunos de los sentimientos que causa el deporte más popular del mundo, que en cada Mundial deja constancia de todo esto con lo que sucede alrededor.

En Rusia hemos visto escenas memorables, pero también otras vergonzosas. Entre las más emotivas que hemos conocido en estas semanas está la de los mexicanos y colombianos cargando a un fan egipcio en silla de ruedas para que pudiera ver el partido de su selección en el Fan Fest; un niño llorando con gran emoción durante un partido de la Selección Mexicana, las lágrimas y la gran emoción de Chicharito al interpretar el Himno Nacional y al concluir el partido contra Alemania; los aficionados de Japón, Senegal y México recogiendo basura, y muchas más.

Desgraciadamente, los mexicanos han protagonizado algunas de las vergonzosas, como el video de un aficionado tirando a otro de una silla de ruedas solamente por colocarse la máscara de un candidato presidencial, el que se colgó de un faro en los festejos y cayó de forma dramática, las burlas hacia seguidores de otros países a los que les piden decir vulgaridades, pero la más vergonzosa fue ver a algunos argentinos desadaptados pateando salvajemente a un seguidor croata tras la goleada con la que los pamperos están al borde de la eliminación.

También hemos visto accidentes escandalosos como el taxi que atropelló a varios aficionados en el centro de Moscú, algo que manchó un poco los primeros días de la Copa del Mundo. Otro incidente penoso fue el racismo hacia un futbolista sueco en redes sociales por parte de connacionales, lo que hizo que se pronunciaran todos los jugadores en contra de esto, que sigue muy presente en el balompié.

Ayer se dio otra escena que puso la piel chinita: el primer gol de la historia para Panamá en copas del mundo, convertido por Felipe Baloy, y que festejaron como si hubiesen conseguido
el título.

Esperemos que este Mundial logre dejarnos otra cosa positiva para México, fuera del terreno de juego: la erradicación del grito en los despejes del portero rival. Al parecer, en el duelo contra Corea del Sur disminuyó bastante el grito, aunque continuó presente, pero se va creando cierta conciencia para que desaparezca.

Otro aspecto positivo podría ser crear el hábito de recoger la basura en los estadios, algo que ayudaría para una mejor cultura cívica.

Países paralizados y unidos por un balón es lo que deja el Mundial, que es el único espectáculo del orbe que genera todo esto, y que nos seguirá compartiendo más historias en los días que restan, historias para los libros de historia del futbol.

Alfonso Rivera