Tel Aviv, Israel.- No estoy de acuerdo con gran parte de las decisiones y acciones del presidente Andrés Manuel López Obrador, pero, como estoy convencido de que los ferrocarriles acercan comunidades y generan progreso para ellas, apoyé la construcción del Tren Maya desde que él anunció el proyecto.
Sin embargo, desde que se inició la construcción del tren surgieron problemas que no fueron bien resueltos debido, en gran medida, a la inexperiencia de los responsables de dirigir la obra.
En diciembre de 2018 AMLO nombró como director de Fonatur encargado del proyecto a Rogelio Jiménez Pons, un arquitecto urbanista que, de acuerdo con su corto currículo, se especializó “en desarrollo y planeación urbana, así como en los planes de desarrollo regional y fortalecimiento turístico en el sureste mexicano” y sin experiencia alguna en construir ferrocarriles.
Desde entonces hasta los primeros días de enero de 2022, en que fue cesado por el presidente, Jiménez Pons fue incapaz de resolver los múltiples problemas técnicos, económicos, políticos, legales y sociales que surgieron conforme la obra avanzaba.
Para explicar por qué lo removió, el 25 de enero de 2022 AMLO dijo: “Necesitamos terminar estas obras y necesitamos responsables que estén comprometidos por entero, que no se detengan ante nada, y que se apliquen a fondo (…) Podemos querer mucho a una persona, pero si esa persona no se aplica, no se entusiasma, no tiene las convicciones suficientes (…) entonces no está entendiendo que una transformación es un cambio profundo, una revolución de las consciencias”.
Lo que resulta inexplicable es que, después de enumerar ante el mundo las fallas de Jiménez Pons, lo nombrara subsecretario de Transportes en la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes.
En febrero de 2022 la Auditoría Superior de la Federación señaló que durante su gestión el monto de la inversión total estimada para el tren aumentó de 141 mil millones a casi 180 milmillones de pesos; un incremento del 27 por ciento.
El reemplazo de Jiménez Pons resultó ser otro de los leales a AMLO, su paisano Javier May, exsecretario de Bienestar, expresidente municipal de Comalcalco, exsenador y exdiputado local sin estudios de preparatoria y de oficio hojalatero y mecánico automotriz. Al igual que su antecesor en el cargo, con cero experiencia en el sector ferroviario.
May tampoco ha podido con la responsabilidad y ahora resulta que el Tren Maya tal vez no será concluido en este sexenio en vista de que, como lo anunció ayer Andrés Manuel, los líderes ejidales del tramo Xpujil-Chetumal, en Quintana Roo, se oponen a que pase la vía férrea por sus terrenos hasta que se les pague a los ejidatarios una indemnización prometida por el gobierno federal hace 50 años, al construirse la carretera de Escárcega a Chetumal. El presidente aparentemente se niega a pagar esa indemnización y acusa a los líderes ejidales de ser corruptos sin aportar prueba alguna de que lo son.
Ojalá que Andrés Manuel recapacite, llegue a un acuerdo con los ejidatarios y el gobierno les pague la indemnización que se les debe desde hace medio siglo más la que ahora proceda, porque yo sí quiero, como turista, recorrer algún día toda la ruta del Tren Maya.