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Hace (2) meses
La ciudad electoral

Se acerca el proceso electoral, nombres se dicen en todos lados, nombres que van y vienen en medio de lo que para algunos es una disputa electoral y para algunos otros una disputa por la ciudad.

Marco moreno
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Se acerca el proceso electoral, nombres se dicen en todos lados, nombres que van y vienen en medio de lo que para algunos es una disputa electoral y para algunos otros una disputa por la ciudad.

La ciudad con sus problemas, con sus oportunidades; con su cultura y sus desencuentros. La ciudad como espacio común; como expresión política que se debate entre los anhelos de la gente y la propuesta de sus políticos.

La ciudad, subjetiva y adornada entre palabras. Objetiva y desgastada entre necesidades y retos. La ciudad, botín y propuesta electoral.

Patricia Ramírez Kuri refiere que la ciudad es un espacio en el que conviven los derechos económicos y culturales de las personas y que es precisamente la ciudad la que posibilita y construye la ciudadanía.

Señala que “históricamente las ciudades dan origen a la ciudadanía, lo que tiene que ver con la diversidad e impersonalidad de la vida urbana”.

Añade que es así “como con las diferencias y prácticas sociales, económicas, políticas y culturales que se ponen en juego en los lugares que usa y habita la gente, mostrando distintas maneras de pertenecer y de participar en la sociedad”.

Y cuando hay un proceso electoral, es precisamente sobre estos derechos y otros, a los que, en forma de propuestas políticas, hacen quienes pretenden encabezar el gobierno de la ciudad.

Pero, además, las propuestas que hacen los políticos sobre la ciudad surgen desde una forma general que tienen de conceptualizarla, misma que debe concatenarse con las diversas formas de conceptualizar la ciudad por parte de sus habitantes. Fortunato José González Cruz expresa que “la ciudad comienza su historia alrededor del fuego, cuando el grupo lo domina y apropia para proveerse de calor, de luz y defensa de los ataques de otros humanos y de los animales, luego para cocinar los alimentos”.

La ciudad es el espacio vital de la gente, la forma en que se vive la ciudad está diferenciada por la forma en que se vive en ella. La inseguridad, la carencia de agua; la falta de un desarrollo urbano ordenado; la falta de servicios públicos básicos; el agotamiento ambiental y el aumento en la inseguridad.

Hoy quienes quieren gobernar la ciudad deben considerar no solo su discurso. Deben considerar la ciudad que buscan los ciudadanos.

Se enfrentan a la posibilidad de gobernar una ciudad que se ha sumido en el abandono y en la falta de competencia en la gestión pública. Una ciudad que se debate entre el desorden y la ingobernabilidad.

A pesar de ello, habrá quien asegure que ese es el principal mérito de quienes aspiran a gobernar la ciudad. Sin embargo, el mérito real estará en la capacidad que tengan para reconceptualizarla desde la gente, desde la comunidad y las necesidades reales de estas.

Gobernar la ciudad deberá ser desde una propuesta diferente, incluyente y con perspectiva de derechos humanos, no solo como concepto, sino como acción. Donde los resultados de la gestión pública hagan vivibles los derechos humanos de las personas.

Pero, sobre todo, quien gobierne, no puede hacerlo desde su agenda política. Quien gobierne deberá considerar el espacio urbano como un derecho de la gente y no como una concesión que el buen gobierno hace a la gente. El derecho a la ciudad es una tema poco discutido y analizado en el país y en este proceso electoral sería interesante colocarlo en el centro de la actividad política.

Fernando Carrión M. y Manuel Dammert-Guardia, al aproximarse al derecho a la ciudad, lo hace como categoría analítica, de movilización política, de debate público y de principio normativo o jurídico.

Así visto, deberían de invertir la campaña electoral, pero su anhelo de control y de conducción impide que se desprendan del protagonismo y lo depositen en la gente.

Invertir la campaña es dejar que la gente hable, pero sin simulación, sin demagogia. Que hable y modele la ciudad en los temas de seguridad, de crecimiento urbano, de atención al cambio climático.

Invertir la campaña implica callar. Escuchar atentamente, tomar nota. No decir que se toma nota, eso cualquier demagogo lo hace. Escuchar, tomar nota y refrendar ante la gente la propuesta de gobierno.

Algo es innegable, hablar del derecho a la ciudad es interpelar de manera frontal la forma en que se conceptualiza la ciudad, pero también sobre la ciudad a la que se hace referencia. Señalan Carrión y Dammert-Guardia que normalmente, cuando se habla de la ciudad, se dejan fuera términos como exclusión, diferenciación y desigualdad.

Según los autores, “el primer paso es reconocer cuáles son los atributos y relaciones que se quieren interpretar a partir del derecho a la ciudad, y desde donde se sitúa su importancia como reclamo moral, demanda social o utopía política”.

Si la política ha cambiado en las últimas décadas, esperemos que los aspirantes al gobierno municipal hayan evolucionado al mismo ritmo. Al tiempo, al tiempo.

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