· 
Hace (4) meses
Heridas emocionales
Compartir:

Querido lector, continuamos con las heridas emocionales, la finalidad de estos dos artículos es que conozcas y reconozcas cada una de las heridas para que al momento de detectarlas puedas trabajar en ellas, no siempre se puede sanar uno mismo, si sientes que la situación te está rebasando acude con un profesional, pero toma acción y toma el control de tu vida.
Entonces, continuamos:
3. La herida de la humillación
La herida de la humillación se abre cuando el niño siente que sus padres lo desaprueban y critican, afectando esto directamente a su autoestima. Sobre todo, cuando lo ridiculizan, dichos niños construyen una personalidad dependiente. Están dispuestos a hacer cualquier cosa por sentirse útiles y válidos, lo cual contribuye a alimentar más su herida, ya que su propio autoreconocimiento depende de la imagen que de él tienen los demás.
Quien ha sufrido la humillación de pequeño tiene dificultades para expresarse como adulto, y es especialista en ridiculizarse a sí mismo. Se considera mucho más pequeño, menos importante y digno, valioso o capaz de lo que en realidad es. Son personas que tienden a olvidarse de sus propias necesidades para complacer a los demás y ganarse su cariño, aprobación y respeto.
Esta herida se sana soltando la pesada carga que el humillado lleva en la espalda, se consigue mediante el perdón hacia las personas que lo dañaron, haciendo las paces con el pasado para poder comenzar a valorarse como la persona que realmente es, aquella de la que solo él es responsable como adulto.
La crianza respetuosa, el trato empático y afectuoso y saber establecer límites con respeto evita que nuestros hijos sufran las consecuencias de la humillación durante su infancia y en la edad adulta.
4. La herida de la traición o el miedo a confiar
La herida de la traición surge cuando el niño se ha sentido traicionado por alguno de sus padres, que no ha cumplido una promesa. Esta situación, sobre todo si es repetitiva, generará sentimientos de aislamiento y desconfianza. En ocasiones, dichas emociones pueden transformarse en rencor (cuando se siente engañado por no haber recibido lo prometido) o en envidia (cuando el niño no se siente merecedor de lo prometido y otras personas sí lo tienen).
Esta herida emocional construye una personalidad fuerte, posesiva, desconfiada y controladora. Predomina en la persona la necesidad de control para no sentirse estafado. Son personas que dan mucha importancia a la fidelidad y a la lealtad, pero que suelen distorsionar ambos conceptos. Son posesivas en extremo, al punto de no respetar la libertad, el espacio ni los límites de los demás, no dejándoles a veces respirar.
Para sanar esta herida hay que trabajar la paciencia, la tolerancia, la confianza y la delegación de responsabilidades en los demás. Para evitársela a nuestros hijos, debemos no prometer en vano, mostrarnos coherentes en palabras y actos y cumplir siempre con las promesas que les hacemos.
5. La herida de la injusticia
La herida emocional de la injusticia se origina cuando los progenitores son fríos y rígidos, imponiendo una educación autoritaria y no respetuosa hacia los niños. La exigencia constante generará en ellos sentimientos de ineficacia, inutilidad… y la sensación de injusticia.
Esta herida emocional genera adultos rígidos, que no son capaces de negociar ni de mantener diálogos con opiniones diversas, les cuesta aceptar otros puntos de vista y formas de ser diferentes a las suyas; dan mucha importancia a las creencias y a los valores, expresando sus opiniones y juicios morales como verdades absolutas y extremas, sus intenciones suelen girar en torno a ganar poder e importancia, siendo fanáticos del orden y el perfeccionismo.
La forma de curar esta herida es trabajar la rigidez mental, cultivando la flexibilidad, la tolerancia y la confianza hacia los demás. Se previene desde la infancia trabajando en los niños el respeto por la diversidad y la tolerancia, practicando la crianza respetuosa, la empatía, la expresión de sentimientos y el intercambio de opiniones e ideas.
Espero que esta información te sea de mucha ayuda y con ella aprendas a reconocer cuáles son tus frenos para avanzar hacia donde deseas llegar.
Si tienes algún comentario o requieres ayuda, escríbeme y con gusto te responderé.
Como siempre te deseo larga vida, salud y prosperidad.
Hasta la próxima.

Compartir:
Relacionados
title
Hace 4 días
title
Hace 5 días
title
Hace 8 días
title
Hace 8 días

© Copyright 2023, Derechos reservados | Grupo Criterio | Política de privacidad