Yo sí me formo
 
Hace (40) meses
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Carlos Loret de Mola
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Me dio mucho gusto ver que llegara la primera vacuna a México. Me dio esperanza. Es el fruto de que, como nunca antes en la historia, tantas mentes científicas se alinearan para conseguir un solo objetivo, y gobiernos y empresas privadas les aportaran enormes cantidades de dinero para que lo lograran. Qué bueno que el gobierno de México tiene apalabradas decenas de millones de dosis. Ojalá todas sean un éxito.

Tengo muchas ganas de vacunarme, pero no estoy dispuesto a hacer nada para “saltarme lugares” en la fila. Las primeras vacunas deben ser para el personal médico en la primera línea de fuego y para las personas con mayor vulnerabilidad frente al virus. No quisiera un mercado de vacunas -legal o ilegal- donde se la pone primero el que la puede comprar. Estoy a favor de que el gobierno lidere y controle la vacunación en este primer tramo estratégico. Yo me formo y me espero.

En México, la fila es larga y desordenada. La espera también lo será. Lo que hemos visto en estos días preocupa: con apenas 50 mil dosis disponibles, el gobierno ha generado filas de horas para ponérsela, esperas interminables para doctores que podrían estar salvando vidas, errores en las listas de a quiénes les toca, abusos de funcionarios. ¿Qué va a pasar si llegan, como se anunció, lotes de 2, 3 millones de dosis? ¿Qué caos nos espera? En descargo del gobierno obradorista, México no es el único país del mundo que tiene problemas en el arranque de la vacunación. En España y Estados Unidos llevan el 10% de lo prometido. En Francia, aún menos. En el propio Estados Unidos un trabajador arruinó deliberadamente 500 dosis en Wisconsin y en Virginia del Oeste 42 personas recibieron tratamiento anti-Covid en vez de vacuna.

En el terreno político, como era previsible, en México, el presidente y su partido tratan de conquistar votos con las vacunas. Me parece absolutamente normal que haya un efecto electoral a favor del gobierno por conseguir y empezar a aplicar la vacuna. Pienso que cualquier gobierno y los partidos de los que emanan son evaluados en función del éxito o fracaso de su gestión, y tienen el derecho de presumir sus logros y tratar de matizar sus errores.

¿Por qué entonces criticar al presidente López Obrador, a su gobierno y a su partido por los tropiezos en la aplicación de la vacuna y el uso electoral que están haciendo de ella? Por hipócritas. Porque dicen que pueden con todo y no pueden con casi nada. Porque dicen que no cometen un error y más bien es difícil encontrarles un acierto. Porque son incapaces de admitir que son malos implementando, mucho menos aceptan dejarse ayudar por iniciativas privadas aun cuando el retraso en la vacunación cueste muertes. Porque usan electoralmente la exigua vacunación cuando fueron ellos justamente desde la oposición los que, dolidos por el resultado oficial de la elección de 2006, impulsaron cambios a la ley en México para que el presidente y su partido no puedan usar electoralmente los programas que se consigan con dinero público. Sin entrar a discutir el mal gusto y la falta de ética que exhibe, el spot de Morena para conseguir votos por la vacunación sería normal en cualquier país. El problema es que en México es ilegal porque así lo exigió el obradorismo hace años.

 

SACIAMORBOS

En tres días se cumple un mes de que el gobierno presentó el plan de vacunación en la mañanera y el canciller Ebrard dijo: “misión cumplida”. A un mes de distancia, a un mes del “misión cumplida”, ha sido vacunada el 0.04% de la población objetivo.Moscú, en los años 1933-1934. El clima que se respira es el de la intolerancia, el verticalismo y la sumisión. Y sus destinos los llevarán desde el destierro a un poblado en Siberia hasta la colaboración con los servicios de inteligencia y represión. Y en el trasfondo se encuentran las tensiones en el propio aparato de Estado y en el partido, que desembocan (en la novela y en la realidad) con el asesinato de Kírov, secretario general del PCUS en Leningrado, y más allá de la novela, con las purgas stalinistas, ya no de los supuestos o reales contrarrevolucionarios, sino de los propios compañeros: bolcheviques de viejo cuño que resultaban un estorbo dada la paranoia y afán de concentración del poder de Stalin. La novela, escrita entre 1966 y 1983, fue publicada en 1987 gracias al nuevo espacio de libertad, se convirtió en un best seller en la URSS y develaba una realidad conocida fuera de la Unión Soviética, pero acallada en su interior.
Transcribo algunas píldoras de la “sabiduría” del Stalin de la novela:
“El poder supremo del Estado debe estar personificado en el líder supremo”.
“Calibraba la fidelidad a la idea por la fidelidad a su persona”.
“El poder se convierte en factor aglutinante cuando se halla concentrado en unas manos de las que nadie es capaz de arrebatarlo”.
“Consideraba que era un gran talento suyo el de reducir a simple lo complejo”.
“El auténtico aparato de un líder es el aparato creado por él mismo después de llegar al poder… Y sus colaboradores más seguros…no aspiran a un papel independiente, son buenos ejecutores…y sin él, no son nadie”.
“Él elaboraría criterios nuevos de valoración de los sucesos históricos”.
“La heterodoxia es un buen instrumento en la lucha por el poder. Pero cuando se ha conquistado el poder…el arma del poder” es la ortodoxia.
“Ser fiel por temor vale más que la fidelidad por convicción. Las convicciones cambian, el miedo no pasa nunca”.
“Dirigía a aquellas gentes que creían en él como en Dios; y en Dios solo se puede creer ciegamente”.

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