¿Qué hacemos con Pemex?
 
Hace (48) meses
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Salvador García Soto
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Petróleos Mexicanos está cada vez más lejos del plan original del presidente López Obrador que se propuso “rescatarla” y volverla a convertir en la “gran empresa petrolera” que lo mismo impulsaba a la economía nacional que sostenía casi la mitad de los ingresos nacionales del país. Hoy, con el derrumbe histórico de los precios del petróleo, los enormes excedentes petroleros en el mundo y las agresivas políticas de potencias como Arabia Saudita que con sus precios de ganga le roba los mercados asiáticos, la petrolera mexicana se ha vuelto un problema no solo para el gobierno sino para la economía y el presupuesto de todos los mexicanos.

Convertida en fuente de presión para las finanzas públicas —de donde le han inyectado ya miles de millones de pesos de recursos fiscales para un rescate fallido— y ahora también en una amenaza para la calificación crediticia y el grado de inversión del país, Pemex está a nada de ser una “empresa productiva” que le cueste más al Estado de lo que produce.

Con precios de la mezcla mexicana que por primera vez llegaron el lunes a números negativos de -2.37 dólares y que, aun cuando se recuperen como lo hicieron ayer martes hasta los 7 dólares, seguirán muy por debajo de los 49 dólares estimados en el Presupuesto Federal 2020 y también de los 14 dólares que, según el reporte oficial de Pemex en 2019, le cuesta producir un barril de petróleo. Incluso, si se le cree al presidente que el costo de producción por barril, es de 4 dólares, como dijo el pasado jueves, la ganancia de 3 dólares sería ínfima y convierte a la producción petrolera en un negocio casi incosteable.

La noticia del derrumbe de los precios de la mezcla mexicana fue recibida en Palacio Nacional casi con más preocupación que la pandemia del coronavirus y que la crisis económica y el cierre de empresas en el país.

El cataclismo petrolero le pegó en una parte neurálgica, ideológica, en el corazón de su proyecto, tanto que con el tono fúnebre y el ceño fruncido, ayer mandó un mensaje: “A todos los mexicanos, decirles que con la caída en el precio del petróleo hay un agravamiento de la crisis económica mundial, que desde luego nos va a afectar… Decir también, como complemento, que tenemos recursos económicos, materiales suficientes, que tenemos de qué echar mano frente a la crisis, porque logramos ahorrar recursos por no permitir la corrupción y por hacer un gobierno austero, sin lujos y sin extravagancias”. Con su mensaje no solo confirmaba que si hay algo que realmente le preocupe es la crisis petrolera, sino que al mismo tiempo decía que seguirá destinando el dinero de los impuestos para mantener a flote a Pemex y a su devaluada producción.

Para decirlo con toda claridad, al presidente le preocupó mucho más la crisis petrolera y reaccionó ofreciendo muchos más recursos, ahorros y reservas para salvar a Pemex del hundimiento, que la caída misma de la economía y el cierre de empresas negocios y empleos de los mexicanos, en donde ha dicho que “no habrá rescates ni apoyos fiscales porque esas son medidas neoliberales”. ¿Qué les servirá más a los mexicanos en el uso del presupuesto y los recursos y reservas suficientes que dice tener el presidente, salvar al empleo o salvar a una industria petrolera que va en picada?

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