Política nacional de ciencia, lamentable: Romero Camarena
 
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La factibilidad del éxito en una política científica nacional depende en buena medida de la elección de aquellas prioridades que se decidan atender, pero también de una elección juiciosa de aquellas problemáticas que quedarán en un papel secundario. La política científica en sexenios previos al presente siempre estableció prioridades científicas, frecuentemente con la asesoría y consejo de academias, sociedades científicas, universidades públicas y otras instancias de gobierno. A pesar de establecer prioridades, siempre se aseguró financiamiento que, aunque nunca suficiente, permitía el desarrollo de áreas novedosas en la ciencia mexicana, aseguró el Dr. David René Romero Camarena, investigador del Centro de Ciencias Genómicas de la UNAM.

“La política científica del actual gobierno inaugura un estilo que muchos creemos que es el equivocado. A pesar de haber recibido un documento, fruto de trabajo conjunto de un grupo plural de académicos que sugerían prioridades y enfatizaba una visión de largo plazo, estas propuestas fueron ignoradas. En su lugar, de manera vertical y sin ninguna consulta o sugerencia, se definieron prioridades de investigación, enmarcadas en los llamados Programas Nacionales Estratégicos (Pronaces), que pretendían resolver problemáticas nacionales con la participación multidisciplinaria. No solamente la elección de temas fue hecha de manera vertical: también lo fue la elección de las personas que fungirían como responsables de los Pronaces. Desde el arranque del sexenio, y sin mediar convocatoria alguna, se invitaron a personas a “estructurar” los respectivos Pronaces y a diseñar las bases de su funcionamiento y las respectivas “convocatorias” que otorgarían el financiamiento. Esto último rompe el estilo abierto y de selección por pares fundamentalmente para la marcha de la ciencia, y sujeta las decisiones de apoyo a las preferencias y fobias del gobierno en turno. Independientemente de que si se resuelve o no una problemática nacional, generan un problema aún mayor: la opacidad y la discrecionalidad”, explicó David Romero, quien recibió el Premio Weizmann a la Mejor Tesis Doctoral en Ciencias Naturales.

“Todo está centrado ahora en los quince Pronaces o sus mecanismos subsidiarios: los Programas Nacionales de Investigación e Incidencia (Pronaii). Al día de hoy, el principal mecanismo de financiamiento que tiene el Conacyt está centrado en los Pronaces. La decisión de niveles en el SNI privilegiará la participación en los Pronaces, así como el otorgamiento de becas para alumnos de posgrado.

“El problema que se genera la atención solamente a un número limitado de áreas se agudiza con la erosión que ha sufrido el sistema de fondos. Este sistema, que atraía recursos asignados para investigación a las diferentes secretarías y organismos estatales se vio fracturado con la extinción de los fideicomisos de ciencia 2020, que sustentaban al sistema de fondos. Con la extinción de este sistema, desaparece un número importante de fondos que atendían problemáticas muy diversas, pero también mecanismos que permitía atraer los recursos fiscales dedicados a ciencia al Conacyt, y la decisión de asignación de esos recursos a través de evaluaciones por pares. Más aún, todos los recursos deberán ejercerse dentro de un año fiscal, desapareciendo la posibilidad de un ejercicio transanual de recursos”, afirmó David Romero, miembro de varias sociedades científicas.

“El resultado de esta política no puede ser más lamentable. Se pasó de un sistema que ofrecía anualmente más de 30 convocatorias de apoyo en todas las áreas a uno centrado en los Pronaces. El presupuesto anual para la investigación científica se encuentra en términos reales en niveles equivalentes a los 2013. Los recursos liberados no se han reinvertido en ciencia, sino que han terminado en otras prioridades de gobierno. La decisión de los que se ejercen aún emplea mecanismos de evaluación por pares, pero un número elevado de estas decisiones son ahora por asignación directa o por su eufemismo proyectos por encargo del Estado”.

“Áreas completas, como la Biotecnología, la Astronomía, las Matemáticas puras y aún algunas áreas de las ciencias sociales, estigmatizadas como Ciencia Neoliberal, languidecen por falta de apoyo. Para el estímulo a la Innovación Científica y Tecnológica, solamente han quedado como mecanismos de apoyo los estímulos fiscales, habiendo desaparecido el PEI. Lo más lastimoso es que jóvenes investigadoras e investigadores, atraídos por su curiosidad y emoción hacia la ciencia, ven ahora su futuro profesional truncado por no caber en las prioridades actuales.

No es esta la política científica que requiere nuestro país. No es la que merecen y anhelan nuestros jóvenes”, finalizó David Romero al participar en el Foro de Libertad académica y autonomía en riesgo: los agravios, acontecido en la Cámara de Diputados, con la participación de la mayoría de las fracciones partidistas.

Premio Nacional de Periodismo 2008 y 2016. Premio Nacional de Locución 2017. [email protected]

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