Democracia
 
Hace (17) meses
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El 3 de noviembre Morena se unió a los festejos por el centenario de mi padre, lo cual es de agradecer, pero le atribuyó una frase mía, escrita para protestar por las irregularidades del proceso electoral de 2012 en el que voté por López Obrador: “En México hay tres clases de basura: orgánica, inorgánica y electoral”. Me refería a las boletas halladas en diversos rincones del país durante la elección que llevó a Peña Nieto a la presidencia.

Entonces hablé con Armando Ponce, de la revista Proceso, sobre esa cuestionable contienda: “Hay 20 estados con gobernadores del PRI. Ahí se operó para lograr la compra y la inducción del voto. De acuerdo con Alianza Cívica, 28.4% de los mexicanos se vieron expuestos a estas coacciones. La elección no fue limpia, así de sencillo: en algunos casos el voto se compró por 100 pesos de monedero electrónico en Soriana; en otros, se pagó 500 pesos; en otros más, hubo tarifa de lujo […] Se han reportado dos robos de urnas a mano armada en Nuevo León y 2 mil 500 boletas perdidas en Baja California; el FBI encontró boletas en Estados Unidos; hay pruebas de regalo de materiales de construcción y despensas en casi todo el país; hubo arrestos en Jalisco por manipulación de boletas; en YouTube puedes ver la compra de votos en una casilla de Villagrán, Guanajuato; en el DF, muy cerca del Estado de México, el almacén Soriana de Calzada Ignacio Zaragoza se vació con compras hechas gracias a los monederos electrónicos que el PRI cambió por votos; los indígenas de Huachinango, Puebla, fueron acarreados en camiones para votar. Las ilegalidades son suficientes para ser investigadas por el Trife. Los testimonios negativos se agolpan en la red pero todos tienen un común denominador: el gran operador de los ilícitos fue el PRI. Estamos ante un escenario novedoso: ni el gobierno federal ni el IFE pudieron controlar el proceso electoral. El blindaje de la credencial de elector y del sistema de cómputo no bastan para que la contienda sea limpia”.

A eso me refería al hablar de basura electoral. Curiosamente, mientras Morena citaba un lema mío, el presidente me descalificaba por criticar en la revista Proceso la creciente militarización del país, la falta de respaldo a la ciencia, la salud, la educación y la cultura, el ninguneo a los pueblos originarios, el apoyo a proyectos ecocidas como el Tren Maya y los continuos ataques a feministas, expertos y periodistas. Nada de esto se puede asociar con un gobierno de izquierda.

Poco antes de las elecciones de 2006 participé en San Ildefonso en el foro Identidad y Cultura en apoyo a López Obrador. En presencia de nuestro candidato dije: “Lejos de las ideas mesiánicas y las ortodoxias, la izquierda ciudadana debe aspirar a la repartida justicia de la pluralidad. Su puesta en práctica dependerá de los trabajos combinados del gobierno, las comunidades de vecinos, los consejos artísticos, los observatorios cívicos, los grupos indígenas, los mexicanos en Estados Unidos, los foros virtuales y otras formas de participación todavía inéditas […] La igualdad existe para pensar distinto. Forma máxima de la conversación, la cultura depende de persuadir, aplazar, escuchar, dejarse convencer. ¿Es mucho pedir una izquierda que converse? No lo creo. Si la fuerza social del pensamiento progresista deriva de atender a los desposeídos, su fuerza cultural deriva de defender el pensamiento múltiple.

“Ningún principio más saludable contra las certezas absolutas que la incertidumbre. Como ejercicio cultural, el voto por la izquierda depende de sopesar las dudas. Quien vota así no renuncia a sus vacilaciones: las aplaza. La fuerza de las ideas abiertas se funda en la autocrítica. Contra la convicción sin fisuras de la secta y las reducciones del integrismo, un gobierno de izquierda debe ofrecer la mejor plataforma para ser criticado y para aprovechar la utilidad social de la discrepancia”.

Estamos muy lejos de ver reflejado ese ideal. El presidente ha convertido su opinión en un incontrovertible discurso hegemónico.

La credencial de elector es el principal documento de identidad del país. Existes porque votas. Se trata de un logro cultural decisivo. Sin embargo, en 2006 y 2012, eso no garantizó que el proceso fuera impecable: muchas boletas terminaron en la basura.

Hoy la democracia corre un peligro similar.

ÁTICO

Un gobierno de izquierda debe ofrecer la mejor plataforma para ser criticado. Hoy estamos muy lejos de ese ideal.

Juan Villoro

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