Hace 12 años, el 24 de enero de 2006, los estudiantes de la UAEH fueron obligados a asistir a un evento de apoyo al entonces candidato presidencial del PRI, Roberto Madrazo. Acarreados, con el apoyo de la FEUH, que entonces era dirigida por Cristian Guevara, el alumnado fue traslado en el transporte universitario hasta la plaza de toros Vicente Segura, a donde llegarían más tarde el exrector Gerardo Sosa, entonces presidente estatal del PRI, y el fallido maratonista y frustrado candidato.
El evento duró apenas 20 minutos, pues los estudiantes se revelaron. Tan pronto llegaron los invitados las rechiflas y los gritos de desaprobación le quitaron la sonrisa del rostro a Gerardo Sosa, quien al pasar de los años no ha aprendido dos cosas: la universidad no es de su propiedad y los estudiantes tienen criterio.
A 12 años de distancia la Universidad “Autónoma” de Hidalgo amenazó con mostrar su músculo al gobierno que se avecina bajo la consigna de “que todos somos UAEH”. Sin embargo, la pluralidad y la libertad en la institución están de más, pues los alumnos y docentes serían obligados a salir y protestar para que Gerardo Sosa se placee en los centros del poder como un inmortal de la corrupción.
No hay opción, el personal académico de la universidad sigue secuestrado por un grupo y un personaje. No importa que sus egresados no sepan colocar una coma o un acento, lo importante es que Sosa y sus aliados se mantengan en la palestra del poder. La educación puede esperar, como ha esperado por años.