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Hace (38) meses
La caída de los Alemán
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En el mundo empresarial nos explican cómo la familia Alemán perdió en tan pocos años su fortuna y prestigio, a pesar de seguir siendo cercanos al gobierno en turno del presidente López Obrador. Miguel Alemán Magnani, la tercera generación de una dinastía de políticos y empresarios, fue quien echó a perder la fortuna y reputación familiar con sus malas decisiones al frente de Interjet, pero sobre todo por la influencia tóxica de sus asesores.
“Miguelito —como le llaman sus amigos— nunca fue un buen empresario”, dicen sus cercanos. “Se abrió camino en el mundo de los negocios por la influencia de su padre (el exgobernador de Veracruz, Miguel Alemán Velasco), y su abuelo (el expresidente Miguel Alemán Valdéz), pero resultó ser un mal administrador y se rodeó de personas que le hicieron mal y se aprovecharon de él”, explica un empresario que lo conoce.

Amigo de figuras como Luis Miguel —a quien ayudó a financiar la primera temporada de su serie autobiográfica en Netflix— y de muchas otras por su cercanía a Televisa —empresa de la que los Alemán fueron accionistas y directivos—, Miguelito no puso la atención requerida en los negocios que le heredó su padre y todos terminaron quebrados.

Tras la conformación del Grupo Galem, en 1999, el holding empresarial de los Alemán fue sumando negocios. Inició con comunicaciones, entretenimiento y desarrollo inmobiliario, y en 2005 dio el gran salto a la aviación, con la fundación de Interjet. Más tarde, en 2017, se sumó al negocio petrolero con Galem Energy.
La aerolínea fue un negocio prometedor los primeros 10 años, pero en 2016, tras la compra de una flota de aviones rusos que resultaron defectuosos e imposible conseguir sus refacciones, cayó en picada. El alto apalancamiento financiero y el error de traer los Sukhoi terminó con el sueño de la familia, y los dejó con más deudas que capital, entre ellas unos 3 mil millones de pesos de créditos fiscales. Por esta razón ahora están denunciados penalmente por la Procuraduría Fiscal de la Federación tanto Miguel Alemán Magnani como
su padre.

La crisis de Interjet, y de la familia Alemán, se pudo evitar, pero Alemán Magnani se negó a declarar a la empresa en concurso mercantil para reestructurar sus pasivos, y mucho menos a vender sus activos como el avión Gulfstream G550, en el que se traslada, ni sus terrenos y propiedades en Acapulco y Los Cabos. En medio de la crisis de Interjet por los aviones rusos, las tres hermanas de Alemán Magnani invirtieron, cada una, cerca de 500 millones de pesos de su herencia para salvar a la aerolínea, según cercanos a la familia. Sin embargo, todos los esfuerzos fueron en vano por la mala asesoría que recibió del prófugo de la justicia, el abogado Ángel Junquera; de Javier Mondragón, exabogado de Telmex, y a quien manda a negociar con el SAT, la Procuraduría Fiscal y otras instancias del gobierno, y también tras haberse ligado con los empresarios Carlos Cabal Peniche en Radiópolis y Alejandro del Valle en Interjet.

Algunas de las vergüenzas públicas que han tenido que soportar los Alemán, además del congelamiento de sus cuentas y la quiebra de Interjet, son el embargo de la Fundación Miguel Alemán por parte del SAT, las demandas de sus exsocios de Televisa por el retraso en el pago de 50% de Radiópolis y las denuncias penales por parte de la Procuraduría Fiscal que aún no terminan. La orden final de proceder contra ellos vino del presidente López Obrador: “Si deben que paguen o enfrentan las consecuencias. Ya no voy a meter las manos”, les dijo a colaboradores.

Así es como una de las dinastías político-empresariales más importantes de los últimos años está por extinguirse, en apenas la tercera generación.

Mario Maldonado

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