Durante las últimas semanas se ha desatado una serie de declaraciones en torno al agua por parte de los gobernadores de Hidalgo y Querétaro, en medio de ellas han quedado los pobladores del municipio de Zimapán y la indolente Comisión Nacional del Agua (Conagua).
La Conagua escucha y deja pasar la conversación sin mediar, hasta el momento. El nivel y la estridencia de la discusión empieza a subir de tono y se antoja más política que interesada en las personas, más de lucha por el poder político a través del agua que otra cosa.
La afirmación parece descabellada tomando en consideración que el gobernador de Hidalgo se ha sumado a la protesta de los hidalguenses por la extracción de agua, mientras que el queretano se alinea con la necesidad de dotar de agua sus ciudadanos.
Se parte de la falsa suposición de que Hidalgo padece sequía y que esta no es grave y que la disponibilidad de agua existente permite dotar de agua a sus habitantes y a los habitantes del vecino estado.
Nada más alejado de la realidad, los mantos acuíferos en Hidalgo se encuentran sobreexplotados, las aguas superficiales contaminadas y en crisis, además de que parte del agua en suelo hidalguense se llevará al Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles y otra más a la Ciudad de México.
Ya lo dijo el gobernador queretano, “si Hidalgo quiere agua, que construya su acueducto”, de forma desafortunada e insensible.
“El agua no es de Hidalgo, es de todos, no se vale que el agua que se desperdicia no sea utilizada, la Conagua, Segob y el presidente Andrés Manuel López Obrador nos apoyan”, dijo el gobernador de Querétaro y remató: “Si Hidalgo quiere agua, que construyan un acueducto, como nosotros”.
Por su parte, el mandatario de Hidalgo aseguró: “El agua es un recurso nacional, pero estamos respaldando a los habitantes de Zimapán. Pronto van a estar en Hidalgo el gobernador de Querétaro y las autoridades de la Conagua, pues habrá una mesa de trabajo, no se puede estar llevando el líquido de un lugar donde a las comunidades les falta”.
El presidente de la República en sus redes sociales afirmó: “Me reuní con el gobernador de Querétaro, Mauricio Kuri, y su jefe de gabinete, Rogelio Vega. Tratamos lo del proyecto de abasto de agua y desarrollo urbano financiado casi en su totalidad con recursos del estado y con una aportación menor, pero significativa, del gobierno federal”.
Es claro que Hidalgo ha perdido oportunidades valiosas en la construcción de políticas públicas que garanticen a los habitantes del estado la dotación de agua a largo plazo, no hay, no existe una estrategia, una ruta que permita afirmar tal cosa, en lugar de ello, la crisis se profundiza.
Algo no está bien, algo no se comprende de la realidad hídrica del estado o no ha sabido comunicarse de manera adecuada por parte de la administración pública.
Y para muestra un botón: la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) Hidalgo, Juan Manuel Batres Campos ha dicho que es fundamental garantizar el abastecimiento de agua es fundamental para la atracción efectiva de inversiones al estado.
La dotación del agua a los habitantes, por otro lado, es un derecho humano, un derecho que se encuentra en entredicho debido a la ausencia de políticas públicas y de compromiso real de la administración pública en su cumplimiento.
La división tripartita de las obligaciones de los Estados de respetar, proteger y cumplir dice la Unesco se traduce en lograr que las personas puedan acceder al agua y esta, en el caso de Hidalgo, no se está logrando.
En relación al respeto, se mantienen mecanismos que interfieren en el acceso al agua por parte de los ciudadanos, mientras que proteger implica adoptar las medidas que impidan la intervención de terceros e impidan el disfrute del acceso al agua, en tanto que cumplir implica que los estados otorguen los recursos necesarios para implementar, dice la Unesco, el acceso progresivo al derecho al agua.
Algo no se está haciendo en Hidalgo, algo no se comprende de manera correcta y por ello no se comunica de manera eficiente.
