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Hace (14) meses
El liberal y su conservadurismo
Marco Moreno
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Las diversas maneras en las que el presidente de México se refiere a los opositores, su anhelo de hablar desde el paralelismo histórico donde el mundo es rojo y negro y expresa su verdad frente a lo que considera oportunismo y/o mentira del otro, deja en claro que no escucha, no mira, no comprende, como se diría de algún presidente del pasado al que no soporta, por cierto.

Negar la verdad del otro no la transforma en mentira, afirmar que el otro es conservador no lo hace más liberal y, si el liberalismo al que se aferra es el juarista, lo vuelve positivista, lo deja en donde las cosas son solo si existen, si se demuestran, si se palpan.

O lo que es lo mismo, desde la perspectiva del presidente, desde su óptica liberal, la corrupción es corrupción cuando se demuestra y se mete a la cárcel a los corruptos, a los que vivieron del moche, de la prebenda, de la negociación; si no están en la cárcel y la corrupción solo se habla, entonces, en la práctica, se vuelve conservador.

Negar la voz del otro, y asegurar que la otra voz se respeta, pero mantenerla protocolarmente lejos, como sucedió con el presidente de la Cámara de Diputados y con la presidenta de la Corte, muestra que el respeto es una consideración y no una realidad.

“No somos iguales”, aseguró el mandatario al referirse a la petición del presidente de la cámara de construir un proceso de diálogo en favor de la Constitución.

Desde la perspectiva del presidente, solo él busca la transformación del país, dijo: “Hay quienes apoyaron y siguen apoyando un modelo que beneficia solo a las minorías, por eso existe un bloque conservador que tiene su influencia relativa”.

Abundó que “hacen valer sus derechos en el Congreso y lo mismo en el Poder Judicial, pero como hablábamos esto, es bueno y no vamos nosotros a dejar de insistir en los cambios. Ayer lo dije, vamos a continuar impulsando la transformación en beneficio del pueblo”.

La pregunta obligada es ¿a qué Estado Nacional representa? Sin el poder judicial, al que acusa de corrupto, sin el poder legislativo, al que señala de conservador, el presidente gobierna desde la unicidad del Poder Ejecutivo y eso lo deja en un papel de conservador.

No puede señalar a dos de los poderes constitutivos de Estado mexicano de ir contra la patria porque estamos en la antesala del caos.

Mario Cuevas, en teoría de la Constitución, citado por Mario Melgar Adalid, asegura: “Por el Poder Legislativo, el príncipe o magistrado hace las leyes; esto es el Poder Legislativo, no es el príncipe ni el magistrado encargado de hacer las leyes, sino la potestad de hacerlas, de lo que se infiere que el término poder no significa persona u órgano encargado de la función legislativa”.

El presidente, entonces, también es, en el Estado, esa potestad de hacer, de conducir el gobierno y tomar decisiones como gobierno, no en lo personal, no en lo particular. Entonces el presidente podrá estar de acuerdo que los otros son conservadores, pero debería entender que sin ellos el Estado mexicano no existe.

En todo caso, su función es la de contribuir de manera responsable para lograr un mejor desempeño, como Estado, no como persona; como elementos constitutivos del Estado, no como personas a las que puedo sentar lejos de mí porque no me son afines, porque no las soporto.

Esa es una postura más cercana al berrinche que a la investidura presidencial. 

Es claro que la única manera de contar con una sociedad democrática, considerando que el presidente no ha renunciado a la democracia como forma de gobierno, la separación de poderes, la autonomía real en la toma de decisiones es fundamental.

Sin embargo, la claudicación, en forma de respaldo y apoyo incondicional, como lo ha hecho, al menos la mayoría política del Poder Legislativo es contrario al espíritu democrático, a la separación de poderes y a la voluntad popular expresada en las urnas en julio de 2018.

Si hubiese, en el voto mayoritario un cheque en blanco para la reforma indefinida, apabulladora y ciega, las elecciones no fueran necesarias. La expresión de los votos aplastantes de la mayoría legislativa, expresan de alguna manera lo irreflexivo del voto y lo insulso de las decisiones adoptadas por los diputados.

Dispuestos a dejar de lado su soberanía, dispuesto a mirar como ellos dejan su soberanía, el presidente busca eliminar el sistema de pesos y contrapesos en el Estado mexicano señalándolo de ocurrencia de los neoliberales y dejando de lado, muy de lado las teorías clásicas del constitucionalismo.

Razonamientos como el la Alexander Hamilton, citado por Mario Melgar, que reconoce la paternidad de Montesquieu en cuanto a pesos y contrapesos.

 

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