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Hace (12) meses
El conde de regla en la imaginaria de la historia hidalguense (segunda de tres partes)
Trece años de labor periodística de Criterio
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Todo indica que don Pedro Romero de Terreros se estableció en los primeros años de su actividad como minero en el Real de Pachuca, sitio donde tenían asiento las principales autoridades de la comarca minera (alcalde mayor, alguaciles de la Caja Real y otras) lugar donde entonces debía iniciarse todo procedimiento o diligencia de carácter judicial o administrativa de la región.

Por los datos con que hasta ahora se cuenta, la residencia de Romero de Terreros en Pachuca continuó aun después de su matrimonio con doña María Antonia de Trebuesto y Dávalos, efectuado en 1756, sitio donde también se bautizó de su hijo mayor, Pedro Ramón, realizado en la parroquia de la Asunción, de este Real, el 6 de septiembre de 1761, acto que celebró fray Gaspar Gómez, lector de Teología y guardián del Colegio de San Francisco de Pachuca, según reza el acta respectiva.

De acuerdo con las fuentes existentes, el matrimonio Romero-Trebuesto radicó en una amplia casa ubicada frente a la Plaza de la Paja —esquina sur-poniente de las actuales calles de Ocampo e Hidalgo—, aunque para entonces estaba ya concluida su mansión en Real del Monte y muy adelantada la edificaba en la hacienda de Santa María en Huscazaloya —Huasca—, además de la que levantó desde 1746, en las calles de San Agustín —hoy República de El Salvador— de la ciudad de México y otras edificadas en Omitlán y la ciudad de Querétaro.

La primera dignidad de nobleza concedida a Pedro Romero fue la de caballero de la Orden de Calatrava —ordenanza militar fundada en el siglo XII para reconocer la hidalguía de personas nobles y altruistas—, dignidad que fue concedida por el rey Fernando VI en 1748, que le fue entregada el 21 de mayo de 1751, cuando el virrey Güemes y Horcasitas le había adjudicado ya la concesión de todas la minas de la veta Vizcaína, ubicadas en Real del Monte, como socio supérstite de Bustamante, iniciador del drenaje de las minas de la veta Vizcaína.

Empero, un hecho ensombrece la figura de Romero de Terreros, derivado del conflicto suscitado en agosto de 1766, con los operarios de sus minas, a consecuencia de la suspensión del “partido”, antigua prestación que permitía a cada minero, sacar un costal o tenate de mineral extra, cuyo contenido (re)partirían con el dueño de la mina a partes iguales.

De acuerdo con la investigación realizada por Joseph de León, la cantidad entregada a los mineros como “partido”, era vendida a los rescatadores que sin gastar en trabajos de explotación, la beneficiaban directamente y abarataban el costo de la plata, en tales circunstancias, el de Terreros suspendió la prestación, y se generó un conflicto que no fue debidamente atendido por las autoridades de Pachuca, lo que obligó a los operarios a acudir ante el virrey, marqués de Cruillas, que poco hizo por solucionarlo.

La respuesta fue el motín del 15 de agosto de 1766, en el que los mineros después de manifestarse en Pachuca frente al edificio de la Caja Real, marchan a Real del Monte, donde dieron muerte al alcalde mayor de Pachuca, don José Ramón de Coca, cuando apaciguaba los ánimos y que también fue victimado en los disturbios el minero Manuel Barbosa, en tanto Romero de Terreros estuvo a punto de ser apresado, pero logró huir a su casa en Santa María Regla.

El conflicto, como es bien sabido, se prolongó hasta el año de 1773, cuando el virrey Frey Antonio María Bucareli y Ursúa, por orden expresa del rey, aprobó diversas medidas a fin de reanudar las labores en las minas de los Reales de Pachuca y Real del Monte, pertenecientes al conde de Regla, con lo que concluyó la que se considera “la primera huelga obrera documentada de América”.

Es importante señalar que, durante los 10 años del conflicto, poco a poco se fueron incorporando a la actividad diversas minas, sobre todo en Pachuca, que magníficamente administradas por Romero de Terreros le permitieron convertirse en el hombre más rico de la Nueva España, mientras diversificaba su actividad empresarial.

El mayor negocio lo realizó en 1767, tras la expulsión de la orden jesuita de los territorios hispanos, al adquirir en un millón veinte mil pesos oro de mina, todas las fincas, haciendas, ranchos y casas que integraban las enormes temporalidades de esa orden, cantidad que fue cubierta en menos de un año, con lo que incursionó con mucho éxito en un sinfín de actividades agropecuarias. Por otro lado, con su enorme fortuna, concedió diversos préstamos al gobierno Virreinal en 1771 y 1773 por 400 mil pesos en cada ocasión, y desde luego, fundar y sostener el Real Monte de Piedad y de las Ánimas, que abrió sus puertas en 1775, para conceder préstamos a la gente necesitada con intereses muy bajos.

Finalmente, obsequió a la Corona, un magnífico navío de guerra, armado con ochenta cañones, que años después, con el nombre de El Terreros participó en la batalla de Trafalgar. A lo anterior se aunaron múltiples aportaciones a obras pías, para las ampliaciones de los conventos de Santa Cruz, de Querétaro y San Francisco, de Pachuca, acciones, que mucho coadyuvaron para que Felipe IV le honrara con el título de conde de regla que le fue otorgado para sí y para sus sucesores en la Cédula Real, expedida el 28 de septiembre de 1769.

La imagen corresponde al acta de bautizo del primer hijo de Romero de Terreros, efectuado en la parroquia de la Asunción de Pachuca.

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