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Hace (14) meses
Carlos Orellana, un hidalguense en el gran cine mexicano. Acá las Tortas
Trece años de labor periodística de Criterio
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Carlos Orellana Martínez, actor, productor, argumentista y guionista del cine mexicano, uno de los más reconocidos en la primera mitad del siglo XX, nació en Santiago Tezontlale, comunidad de Ajacuba, Hidalgo, el  28 de diciembre de 1900 y murió en la Ciudad de México el 24 de enero de 1960. El martes se cumplieron 63 años de su fallecimiento, hecho sucedido después de haber alcanzado éxito con los argumentos para las películas Pepe el Toro y Tizoc, actuadas por el inolvidable Pedro Infante.

Todo indica que los primeros años de su vida transcurrieron en Santiago Tezontlale, lugar en el que como se acostumbraba entonces, asistió a la escuela de templo, después al iniciarse la revolución en 1910, la familia se fue a radicar a la Ciudad de México, donde Carlos concluyó su instrucción elemental prosiguió la secundaria e interrumpió sus estudios de bachillerato, ya que fue enrolado en las fuerzas revolucionarias comandadas por Venustiano Carranza.

Después la muerte de Carranza, el 21 de mayo de 1920, el joven Orellana encontró trabajo como actor de zarzuela y teatro de revista al lado de la inolvidable María Conesa (La Gatita Blanca) y poco después con las hermanas Blanch, Ana María e Isabelita, muy exitosas en la década de los años veinte. A finales de esa decena ingresó al género de la opereta e incursionó en el de la ópera mayor, al mismo tiempo que debutaba en el teatro Fábregas. Pronto se hizo famoso por interpretar personajes extranjeros avecindados en México como españoles, árabes, chinos y hasta alemanes, todo con gran acierto. Por esos años contrajo matrimonio con la también actriz Paz Villegas, célebre por sus actuaciones en las películas Nazarín, La Ilusión viaja en Tranvía, El Bruto y Subida al Cielo, dirigidas por don Luis Buñuel.    

Foto: Especial

En 1932 Carlos Orellana, inició su carrera cinematográfica al interpretar a Hipólito en Santa, la primera película sonora filmada en México; basada en la novela del mismo nombre escrita por Federico Gamboa y dirigida por Antonio Moreno. En ese filme Orellana es el pianista ciego de una casa de mala de nota ubicada en Chimalistac, donde interpreta al piano y canta la melodía homónima, compuesta nada menos que por Agustín Lara. hecho que catapultó al Flaco de Oro, en aquellos años.

Un lustro después, en 1937, Orellana ocupa la pantalla grande al actuar en la cinta No basta ser madre, dirigida por Ramón Peón, al lado de Sara García, donde interpreta al Tío Lamparita, aunque la actuación de mayor éxito fue la de Chang Chong, en la película que dirigiera Joselito Rodríguez en 1949, Café de Chinos.

Su gran presencia en la actuación durante aquella quijotesca etapa del cine mexicano permitió que en 1939 incursionara como guionista y después como argumentista, inclusive, años después como director cinematográfico, en todos estos casos con gran éxito, pues como el mismo señalara, “Soy un simple obrero en el cine, que conoce todo lo que hay detrás de cámaras, desde poner un ladrillo o una mesa en el set, hasta interpretar las más difíciles caracterizaciones”.

La crítica considera que su mejor película fue Acá las tortas, donde comparte estelares con la actriz Sara García, así como, Meche BarbaLuis BeristaínFernando CasanovaQueta LavatLupe InclánEnrique García Álvarez, que dirigiera y guionizara Juan Bustillo Oro, rodada en 1951. Sin olvidar desde luego, su magnífica interpretación como don Elías, hombre maduro de ascendencia árabe, en esa película. En total, Carlos Orellana Martínez, intervino 123 filmes ya como actor, ya como director o como guionista.

Orellana realizó varios proyectos con Pedro Infante y participó en diversas películas con actores cómicos, figura en el reparto de No te engañes Corazón; primera película de Cantinflas, también lo hizo al lado de Antonio Espino, Calvillazo, y Adalberto Martínez, Resortes, se dice que para caracterizar a los personajes que representaría, pasaba largas horas observando a sus similares en la vida real.  

En una entrevista realizada en 1954, a uno de los colaboradores del Periódico El Hidalguense, que se publicaba en la Ciudad de México por nuestros paisanos radicados allá, Orellana recordó sus años en Santiago Tezontlale, donde ayudó a sus familiares en la única panadería que había en la región, sitio donde conoció a dos ayudantes del negocio, uno de origen chino, del que solo supo le decían Chi, y otro, un vendedor del pan que se hacía en aquel negocio que todos llamaban Halim, individuos cuyo recuerdo le sirvieron mucho para interpretar a sendos personajes de sus películas.   

Lo cierto es y lo confirmaría más adelante que no regresó jamás a su tierra natal y para aquellos años (1954) ignoraba si aún vivía en su pueblo natal algún descendiente de su familia. También recordó en esa entrevista que su padre, de origen español, murió con la ilusión de regresar a su patria, cosa que no pudo hacer en razón de que durante el remolino de la revolución. “Fue aprehendido y seguramente reclutado por las fuerzas revolucionarias y no volvimos a saber nada de él”. 

Víctima de una afección pulmonar aguda, originada por el tabaquismo, “Carlos Orellana, murió en la Ciudad de México el 24 de enero de 1960. El pasado miércoles se cumplieron 63 años. Sea estas líneas un humilde tributo para destacar la vida de este hidalguense que hasta ahora hemos ignorado sus paisanos.  

 

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