AMLO confirma ruta y golpea a sus adversarios
 
Hace (57) meses
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Salvador García Soto
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La tragedia que vive México por la violencia, descomposición y muerte que hemos sufrido en los últimos 13 años ya no puede atribuirse a los errores de un solo gobernante. Si bien, a Vicente Fox y a Felipe Calderón les debemos, al primero el vacío y debilitamiento del poder del Estado y al segundo la sangrienta guerra que acabó con la tranquilidad de los mexicanos, a Enrique Peña Nieto se le reclama el agravamiento de la violencia homicida y la corrupción que expandió a todo el territorio la atomización y diversificación de cárteles de drogas, huachicoleo, extorsión y control territorial; ahora a Andrés Manuel López Obrador ya se le puede y se le debe reclamar la inacción que mantiene contra el crimen organizado y a una estrategia federal errática y confusa que no deja claro si el gobierno federal persigue, negocia o tolera a los criminales.

Nadie esperaba algo distinto en el mensaje del presidente con motivo de su primer informe, aunque sí hubo algunas novedades que, sin ser totalmente sorpresivas, marcaron diferencia con sus antecesores. Porque si bien el discurso de hora y media fue una reiteración de los mismos conceptos ideológicos que el presidente ha repetido durante sus nueve meses de gobierno, el mensaje más claro y contundente que salió del Palacio Nacional es la confirmación de que Andrés Manuel López Obrador, congruente y firme hasta la necedad en sus convicciones, seguirá conduciendo en la ruta que él ha trazado para la “Transformación” del país: con proyectos, acciones, programas, cambios y decisiones, que aunque no siempre tengan total respaldo ni en la técnica ni en la economía y a veces tampoco en la realidad, seguirán adelante porque son su visión personal de lo que México necesita.

Es como si el capitán del barco, con las aguas agitadas, decide no solo confirmar la ruta porque está convencido de que él no puede estar equivocado y, confiado en su infalibilidad, dice a los pasajeros y tripulantes: “Voy derecho y no me quito. La turbulencia y algo de tempestad es porque estamos avanzando en una nueva ruta, pero estoy seguro de que los voy a llevar a buen puerto”. De paso, a aquellos que se dicen aterrados “nerviosos y fuera de quicio” porque no confían en el capitán, los llama conservadores “que están moralmente derrotados” y les minimiza como sus opositores que “no han podido crear un grupo o facción” que amenace su autoridad para conducir el agitado barco.

Esa fue una de las novedades mayores en un informe presidencial: que el presidente utilizara la tribuna de un “mensaje a toda la nación” para atacar y denostar a sus “adversarios” al declararlos, “moralmente derrotados” y, parafraseando a Juárez, una “reacción” cuyo triunfo es imposible.

La otra sorpresa fue una mención directa, con agradecimiento incluido a empresarios. El primero y más importante, Carlos Slim, a quien ni siquiera los mandatarios más neoliberales que ayudaron e impulsaron al ingeniero hasta convertirlo en el hombre más rico de México, le dedicaron nunca una mención tan elogiosa en un informe presidencial. Los otros dos empresarios aludidos fueron Carlos Salazar, el casi militante de la 4T desde el Consejo Coordinador Empresarial, y un Antonio del Valle que, aunque es impensable ubicarlo a la izquierda, hoy representa el reencuentro de Andrés Manuel con el Consejo Mexicano de Hombres de Negocios.

Fue un primer informe que se propuso ser tan distinto que se autonombró “Tercero”. Y que cambió paradigmas como el manejo solemne del lenguaje y el uso de los datos técnicos, cifras y porcentajes habituales en ese tipo de discursos, que este domingo fueron sustituidos por conceptos y definiciones ideológicas.

Al mismo se enumeraban leyes y reformas en materia de combate a la corrupción, fraude electoral y austeridad republicana, se vendía como logro haber “detenido la caída de la producción petrolera” que aún no aumenta pero lo hará en diciembre.

Pero al final, aunque distinto en las formas y los estilos, el mensaje terminó siendo igual que los de sus antecesores: autocomplaciente y carente de autocrítica y a veces hasta insensible. Porque si bien el tema de la inseguridad y la violencia fue reconocido como el único con “no buenos resultados” y como un “desafío”, tampoco hubo una mención, aunque fuera simbólica ya no de los 20 mil muertos de los últimos tres trimestres, sino de los 29 mexicanos brutalmente asesinados en Coatzacoalcos.

En fin, que fue la reconfirmación de que López Obrador no solo ve un pueblo “feliz, feliz, feliz”, sino un “cambio no de gobierno sino de régimen” que ya está en marcha y un “país con pleno estado de derecho”. Por esa misma ruta seguiremos, porque es de la que está convencido el presidente, aunque algunos no la vean tan clara y viable como él, y muchos todavía confíen ciegamente en la habilidad del capitán para llevar el barco a puerto sin naufragios.

 

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