El Señor supo que no todos podrían conocer el mar. Pensó entonces que sería bueno tener un resumen del océano, y formó al caracol. Al hacerlo le ordenó que recreara con su voz el eterno sonido de las olas, tan diferente siempre, siempre tan igual.
Poco después el Señor tomó el caracol y lo acercó a su oído. Y he aquí que el caracol no estaba imitando el sonido del mar tal como era. El suyo era otro mar, más apacible a veces, y a veces más violento. Era aquel un mar caprichoso, lleno de variaciones, con arpegios, acordes y armonías que no estaban en el original.
-¿Qué es esto, caracol? -le preguntó el Creador-. ¿Por qué no copias con fidelidad el sonido que te ordené?
-Señor, -respondió con ofendida dignidad el caracol-. ¿Y dónde queda entonces mi interpretación personal?
El Creador alzó los ojos al cielo y suspiró:
-¡Caramba! ¡Creo que acabo de crear a los músicos!
¡Hasta mañana!…
“Una sexoservidora ha estado 50años en la misma casa de mala nota”
Alguno le preguntó
con tonillo un poco amargo:
“Y ¿no se te ha hecho largo?”.
Respondió: “Todavía no”.