“Mi esposa y mis otros tres hijos no aceptan que hace dos años, en la explosión de Tlahuelilpan, perdimos a mi primogénito, José Ángel Cruz Zapote, de apenas 15 años. Yo, mientras tanto, estoy seguro de que moriré con este dolor, que nunca se irá”, afirmó Fernando Cruz Zapote, padre de una de las 137 víctimas mortales del 18 de enero de 2019.

Cruz Zapote señaló que desde que su vástago falleció su vida ha sido complicada, pues dijo haber caído en depresión tras sepultar los restos calcinados del menor y el fin de sus rosarios.

“Le reclamé a Dios el motivo por el cual me abandonó. Mi esposa me dejó, perdí el trabajo, llegué al extremo de no saber si era de día o era de noche, al grado de no bañarme, no dormir; para conciliar el sueño, tenía que tener una botella de vino. No se lo deseo ni a mi peor enemigo”, externó.

El hombre aseveró que hubo momentos en que se sintió “muerto tanto física como espiritualmente”, hasta que un día soñó con su hijo, quien le dio “un mensaje de esperanza”.

En tanto, afirmó que la madre y los hermanos de José Ángel se niegan a creer que falleció en la explosión de un ducto de Petróleos Mexicanos (Pemex) en los límites entre Tlahuelilpan y Tlaxcoapan.

“Ellos piensan que está vivo, que está en un hospital de otro estado, pero no, yo lo enterré”, manifestó el hombre.

Por otra parte, la señora Martha Vaca Ángeles afirmó haber quedado a cargo de sus dos nietos tras la muerte de dos de sus hijos y una nuera.

Miguel Ángel Martínez I Tlahuelilpan

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