Tras un día de violencia que dejó 4 personas muertas y 52 arrestadas en el Capitolio, los miembros del Congreso de Estados Unidos certificaron la victoria presidencial de Joe Biden, por 306 votos en el Colegio Electoral frente a 232 de Donald Trump.
El debate dirigido por el vicepresidente Mike Pence fue suspendido durante la tarde tras la insurrección de simpatizantes del Presidente y se reanudó hacia la noche.
El proceso, que comúnmente es un trámite, fue alargado luego de que dos senadores republicanos y aspirantes presidenciales, Ted Cruz y Josh Hawley, se opusieran a los resultados de Arizona y Pensilvania, respectivamente.
Las objeciones dispararon dos debates de dos horas cada uno, seguidos por una votación. En ambos casos, el Senado y la Cámara baja rechazados las objeciones, lo que permitió la certificación de los votos.
Durante sus intervenciones, los miembros del partido republicano repitieron acusaciones infundadas sobre fraude electoral, que han sido rechazadas hasta 60 veces en casos distintos en las cortes del país.
Aunque se esperaba que los republicanos se unieran a otras objeciones, que necesitan la firma de un senador y un miembro de la Cámara baja, ningún senador firmó las peticiones para Georgia, Michigan, Nevada o Wisconsin, estados clave que le dieron la victoria al demócrata.
Esto, después de que muchos de los miembros de la Cámara alta desecharan sus planes de objetar el proceso, ante los hechos violentos del día.
Ante los disturbios, la ciudad de Washington D.C. permanecerá en estado de emergencia hasta el próximo 20 de enero, día en que el demócrata Joe Biden asumirá la presidencia de Estados Unidos.
Alejandro Gael Montiel Hernandez
Agencia Reforma
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El templo de la democracia estadunidense vivió ayer un caos sin parangón en dos siglos cuando partidarios del presidente Donald Trump irrumpieron en una sesión del Congreso para certificar la victoria electoral de Joe Biden, provocando acusaciones de que el mandatario buscaba un “golpe”.
Momentos después de un mitin de Trump en las afueras de la Casa Blanca, en el que el presidente republicano llamó a revertir su derrota en las elecciones del 3 de noviembre, una turba enardecida rompió las barricadas en torno al Capitolio y entró en tropel, arrasando las oficinas y las solemnes instalaciones.