El defensa Orlando Segura, capitán de aquel equipo, reconoció que el plantel se sentía en deuda con el público, pues mencionó que nunca los dejaron de apoyar, pese a los 19 años que se mantuvieron
alejados del máximo circuito.

En ese lapso, los Tuzos cayeron en las finales de las temporadas 1984-1985, ante Irapuato; 1985-1986, ante Cobras, y 1990-1991, ante Atlante, lo que los obligó a romper esa mala racha en la nueva oportunidad que tuvieron ante los Cañeros.

“Sabíamos que podíamos llegar a la final nuevamente; ese era el primer objetivo. Con la experiencia anterior, creo que supimos manejar el estrés en los penales un poco más que Zacatepec.

“Mi gran cariño para todos ellos, nos apoyó de principio a fin esa temporada, tanto en el estadio como en Cubitos, donde nos parábamos nos daban la buena vibra. Ellos nos motivaban, porque también decían ‘este año va ser el bueno’ y teníamos que cumplirles. Yo le tengo un gran cariño por que cuando se entrega al equipo, son de las mejores del país”, recordó.

El Flaco reconoció que muchos jugadores que habían estado presentes en las finales anteriores apostaron todo al encuentro, pues sabían que, si no ganaban, podían ser el fin de sus carreras.

“No había otro camino más que ser campeones esa temporada, creo que era definitivo para muchos de nosotros, o seguíamos en el futbol o nos retirábamos. Ese grupo era como una familia y eso nos llevó al campeonato”, abundó.

El exjugador reconoció que ese título trajo un bálsamo de confianza: “Sin duda, fue una fecha que nos marcó de por vida; nos damos cuenta que puedes cumplir tus sueños si te lo propones, y eso nos ha hecho que nos hagamos ganadores que se nos presente en la vida”.

Segura expresó que el logro histórico fue compartido, entre la gente de mantenimiento del estadio, cuerpo técnico, masajistas y los 23 jugadores que formaron parte del plantel blanquiazul.

“Yo era el capitán y tenía cierta responsabilidad, pero, todo en conjunto y en equipo, tuvimos que luchar para logar la hazaña; no fue trabajo de uno solo, fuimos varios”, expresó.

Una gran proeza viene de la mano de un oponente que te exige al máximo, por lo que también destacó lo hecho por Zacatepec, el primer gran rival de Pachuca en el futbol mexicano, que entre sus filas contaba con Apolinar Cortes, quien después fue figura con los Tuzos.

“Era el sublíder; un gran equipo, eso también hace que nuestro campeonato haya valido más la pena. Los clásicos siempre son muy complicados y nadie los quiere perder”, dijo.

Agregó que, pese al resultado, jugadores de ambos planteles hoy pueden presumir una amistad: “Son grandes compañeros y grandes rivales”.

Por otra parte, aunque la final fue complicada, reconoció que otro logro que le dio fuerzas al plantel fue en semifinal, cuando el hidalguense Ángel Castañeda hizo el 2-0 en la vuelta, con lo que sentenciaron su pase la final por el 2-1 global.

“Un momento que puedo recordar es cuando Ángel Castañeda mete el segundo gol contra Tijuana, que estaba muy difícil el partido; cuando joven, sin tanta experiencia en el futbol, entra y mete un gol, creo que eso nos dio ánimos a los veteranos”, abundó.

Proveniente del Atlético Español, Orlando Segura llegó a la Bella Airosa, a petición de Benjamín Fal, en 1989; jugó seis temporadas con Pachuca para emigrar con Zacatepec e Irapuato; en 1998, volvió a la capital hidalguense para dirigir a las fuerzas básicas y segunda división.

“Me fui a México y luego regresé a Pachuca, desde ese tiempo me quedé a radicar aquí; estamos hablando del año 2000. Tengo una inmobiliaria, ese es mi trabajo. La verdad, me quedó aquí por el cariño que la gente me tiene; definitivamente, donde voy, me atiende muy bien, me respetan; ayuda mucho para que le tengas mucho cariño a la afición”.

Alejandro Velázquez I Pachuca