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Presidentes municipales, en la mira por “año de Hidalgo”

El año de Hidalgo, una tradicional oral de la política mexicana, muy presente y vigente, podría tener un fin para los presidentes municipales, en quienes más aplica y más tangibles son estas prácticas, que existen desde periodos inmemorables, siempre bajo el cobijo y la complicidad institucional.

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El año de Hidalgo, una tradicional oral de la política mexicana, muy presente y vigente, podría tener un fin para los presidentes municipales, en quienes más aplica y más tangibles son estas prácticas, que existen desde periodos inmemorables, siempre bajo el cobijo y la complicidad institucional.

Decir que esto ha terminado es una vacilada. En este periodo de los presidentes municipales, un denominador común ya no fueron solo las empresas constructoras de amigos cercanos, favoritas o consentidas, hoy lo son las fundadas por hijos y esposas, las cuales durante la administración se encargaron de ejercer la obra pública y lógicamente, hacerse de las ganancias.

En años anteriores, los presidentes municipales y sus equipos tenían por costumbre, días antes de concluir sus gestiones, llevarse hasta los maceteros, documentación, materiales, parque vehicular. Existió un presidente municipal que, en forma de burla, dejó 36 pesos dentro de una caja fuerte.

Otros alcaldes, además de dejar deudas económicas a sus sucesores con proveedores, también han comprometido las finanzas de sus municipios, dejando un manojo de nuevos trabajadores afiliados a los sindicatos, provocando caos y una serie de problemas administrativos.

Todo esto parece llegar a su fin, un alto a estas prácticas. El secretario de la Contraloría, Álvaro Bardales, ha advertido a los presidentes municipales tener cuidado en estos meses previos al cierre de sus administraciones, porque sus buenas relaciones políticas y compadrazgos gestados en la actual administración no servirán en los procesos de entrega-recepción y en las próximas auditorías.

Les ha recordado que después del 5 de septiembre no solo se quedarán sin amigos en el poder, los cuales están solo mientras se goza de él, tampoco tendrán colaboradores, presupuestos, acceso a información, documentación, archivos y demás, que requerirán para comprobar las observaciones que se harán a sus gestiones.

A muchos de los presidentes municipales actuales, los cuales fueron producto de la degradación política y la emergencia coyuntural, sin conocimiento de la administración pública, sin oficio político o una formación al respecto, se les vendrá la noche, pues, bajo este contexto, el secretario de la Contraloría ha sido preciso: serán investigados todos aquellos en quienes pesen sospechas de corrupción, aunado a que las auditorías serán más severas.

En el Valle del Mezquital existen presidentes municipales, como el de Chilcuautla, cuya constructora de su propiedad cambió de representante legal apenas unos días antes de asumir el poder, para que pudiera gozar de la obra pública que él mismo ejerció, y como él, muchos más.

De cumplirse lo dicho por el contralor del estado, no solo será saludable para Hidalgo, sino que se inauguraría una nueva forma de la relación del poder con la ciudadanía y conquistaría la confianza y el sueño de los hidalguenses de por fin castigar y estigmatizar la corrupción en Hidalgo, que tanto daño ha causado.

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