Que una mujer por primera vez en México ocupe la presidencia de la República por supuesto que es un hecho histórico resultado de una lucha ancestral que las mujeres han librado para que sean reconocidos sus derechos.
Que una mujer por primera vez en México ocupe la presidencia de la República por supuesto que es un hecho histórico resultado de una lucha ancestral que las mujeres han librado para que sean reconocidos sus derechos.
También es cierto que, a lo largo de la historia, a propósito del histórico acontecimiento, las mujeres han destacado por sus propios méritos, desafiando incluso la potestad de los hombres, así que hoy que la doctora Sheinbaum se haya convertido en la presidenta de la República, un cargo de alta responsabilidad que asume en medio de grandes retos, faltantes, reclamos y sobre todo, que la coloca en la disyuntiva de agarrar el toro por los cuernos y con coraje echar para adelante a un país que ya está cansado de promesas incumplidas, de regateos para avanzar hacia la modernidad que exige un mundo globalizado, vaya, que ya no le den atole con el dedo.
El tamaño de la tarea es inmenso, diría en malas palabras: está cabrón, pero no imposible.
La tarea está diseñada para ver de qué está hecha la presidenta y es posible que, de inicio, el reto parezca gigantesco, pero, dígame usted, qué mujer no ha enfrentado luchas desiguales, con todo en contra y con mucho valor y huevos han logrado salir adelante y triunfar.
Eso es lo que hoy se espera de una mujer menudita y de apariencia frágil, pero que ya está ahí y no puede dudar ni echarse para atrás, porque para atrás ni para agarrar impulso.
Hay dudas, claro que hay dudas, porque parece que quieren manipularla y dictarle lo que tiene que hacer, aunque al final siempre puede recurrir a la estrategia de darles el avión a todos aquellos sabiondos que se creen conocedores en el manejo de un país, pero que hasta ahora no han dado los resultados esperados.
Las necesidades de México son inmensas, pero en ocasiones los políticos o las ignoran o se hacen que la virgen les habla, por ello se llevó a cabo un cuestionario denominado ¿qué le pediría usted a la presidenta?
Las respuestas se concentraron en algunos puntos, como la seguridad, la salud y la educación, temas que por cierto la doctora ya respondió con los compromisos para el desarrollo de la nación.
Sin embargo, hay una solicitud que llama poderosamente la atención.
De la mayoría de las personas a quienes se les pregunto ¿qué le pedirían a la presidenta?, su respuesta fue la unificación de México.
Todo parece indicar que los ciudadanos ya están cansados de tanta división, de la polarización que ha desunido incluso a familias enteras que, por posiciones políticas, se enfrentan con su propia familia.
México dicen ya está hasta la madre de visiones, de fifís contra chairos, de etiquetar a conservadores, neoliberales, ricos y hacerlos pasar por los malos del cuento y culpables de todos los males del país.
Dijeron un YA BASTA de las divisiones entre mexicanos.
Hoy la presidenta tiene la enorme oportunidad de marcar su propio estilo, su estrategia, su forma de hacer política y sobre todo de sanar las heridas de un pueblo dividido.
Neta, no se puede avanzar sin objetivos comunes y sobre todo si se destruyen las instituciones que hacen contrapesos, aún hay tiempo de rectificar.
Así que inicia octubre y un sexenio con 100 promesas para mejorar las condiciones del país.
Para Hidalgo en especial hay compromisos importantes y serios.
Sanear a Tula de la contaminación provocada por las aguas residuales que vienen del Valle de México se escucha difícil, porque primero tendrían que reeducar y obligar a tratar sus aguas a todos los que irresponsablemente derraman en los drenajes que van a parar a los emisores que llegan a Tula.
De verdad, doctora Sheinbaum, esperemos que esa buena intención no se quede en eso, el pueblo de Tula ya merece vivir sin contaminación. Espero sus comentarios.