Imagen: María Luisa Pérez Perusquía
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Hace 4 días

Hidalgo, con zona de restauración ecológica. Por fin, la declaratoria

En este espacio se ha insistido en la desgracia para nuestro estado de albergar una de las zonas más contaminadas del planeta en la región Tula-Tepeji, derivado de las actividades de la refinería, la termoeléctrica, las incineradoras, cementeras y otras empresas contaminantes.

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En este espacio se ha insistido en la desgracia para nuestro estado de albergar una de las zonas más contaminadas del planeta en la región Tula-Tepeji, derivado de las actividades de la refinería, la termoeléctrica, las incineradoras, cementeras y otras empresas contaminantes.

Todas estas empresas vierten a la atmósfera contaminantes cuyos efectos han sido materia de estudios nacionales e internacionales por expertos en la materia. En mayo de 2019, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales de Hidalgo (Semarnath) emitió recomendaciones por mala calidad del aire en los municipios Atitalaquia y Atotonilco de Tula, como consecuencia de los altos valores registrados de contaminantes en las estaciones automáticas de monitoreo atmosférico que operan en la región, niveles que afectan la salud de la población y de los ecosistemas. Han continuado los monitoreos, registrando con mayor frecuencia índices negativos.

A lo largo del tiempo se han documentado investigaciones que relacionan estos niveles de contaminación del aire con padecimientos como cánceres que afectan a la población.

En noviembre de 2018, la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) anunció la emergencia sanitaria en Tula al encontrarse, en los pozos de agua que trasladan el líquido a los hogares en las comunidades ribereñas a la presa Endhó, la presencia de metales pesados como el arsénico, mercurio y manganeso en cantidades superiores a los límites establecidos, lo que conlleva a graves riesgos para la salud de la población.

Además, la presencia de empresas que vierten sus descargas a cuerpos de agua o sistemas de drenaje sin ningún tipo de tratamiento ponen en riesgo la salud de quienes hacen uso de las aguas contenidas en la presa Endhó para el riego agrícola y, principalmente, de los habitantes de las zonas aledañas a ese cuerpo de agua.

Como si no fuere suficiente y para colmo de todos los males, las aguas residuales que se generan en el Valle de México se conducen a través del drenaje profundo hasta el río Tula y se transpor- tan a cielo abierto a la presa Endhó.

Desde julio de 2019, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales del gobierno de la República (Semarnat) declaró la emergencia ambiental en Tula, anunciando una Declaratoria de Zona de Restauración Ecológica para la región, ante la grave contaminación del agua, del suelo y del aire, haciéndola prácticamente una “región inhabitable”, pese a las acciones que se han reali- zado a lo largo del tiempo, mismas que han estado fragmentadas, encaminadas a atender solo algunas de las consecuencias y no las causas, por lo tanto insuficientes.

Siempre argumentando la falta de recursos de todo tipo: económicos, humanos, técnicos, etcétera; para hacer frente a semejantes condiciones de crisis ambiental y reclamando mayor involucramiento del gobierno federal que por ley es responsable de liderar los esfuerzos para propiciar el desarrollo sustentable y establecer las bases (…) para la prevención y el control de la contaminación del aire, agua y suelo, que garantice “la participación (…) en la preservación y restauración del equilibrio ecológico y la protección al ambiente (LGEEPA)”.

Para continuar con el proceso era indispensable que el gobierno de la República procediera a la publicación en el Diario Oficial de la Federación de la Declaratoria de Zona de Restauración Ecológica para la ejecución de proyectos encaminados a la remediación de los daños socioambientales en la región.

Cinco años después y a unos días de finalizar el sexenio, por fin el 26 de septiembre de este año 2024 se ha publicado en el Diario Oficial de la Federación el decreto por el que se declara zona de restauración ecológica el área de influencia de la presa Endhó, con una superficie total de 36 mil 637 hectáreas, ubicada en los municipios Atitalaquia, Atotonilco de Tula, Tepeji del Río de Ocampo, Tepetitlán, Tezontepec de Aldama, Tlahuelilpan, Tlaxcoapan y Tula de Allende.

La declaración tiene por objeto llevar a cabo las acciones necesarias para regenerar, recuperar y restablecer las condiciones que propicien la evolución y continuidad de los procesos naturales que en ella se desarrollaban, particularmente en lo referente al equilibrio ecológico y los servicios ecosistémicos de aprovisionamiento de agua, aire, suelo y biota.

El decreto, a la letra, reconoce que en el área de influencia de la presa Endhó, localizada en los municipios antes mencionados, se ha comprometido la capacidad de suelo, la calidad del aire y del agua, derivado de diversas actividades productivas que han ejercido una presión considerable sobre los recursos naturales, como es el aumento de la presencia industrial, la ampliación de la marcha urbana, los cambios de uso de suelo, la contaminación por la alta concentración de compuestos, así como la calidad del agua superficial y subterránea, lo cual genera perturbación y degradación progresiva de los factores bióticos, reducción de la biodiversidad, impactos negativos que afectan no solo al ambiente, sino también a la salud y bienestar de las comunidades locales.

¿QUÉ SIGUE?

La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales del gobierno de la República deberá formular y ejecutar el Programa de Restauración Ecológica para regenerar, recuperar o restablecer el equilibrio ecológico, en un plazo no mayor a ocho meses.

Tanto en la formulación como la ejecución del programa deberán participar los gobiernos estatal y municipales, así como las organizaciones sociales, académicas y de investigación públicas o privadas; pueblos y comunidades indígenas y demás personas interesadas.

Este Programa de Restauración Ecológica deberá plantear proyectos a corto y mediano plazos, con plazo máximo de 12 años.

Y empiezan los detalles:

Los transitorios del citado decreto plantean el asunto de los recursos.

Para quienes no somos contadores o economistas no hay claridad del significado de “cubrir erogaciones mediante movimientos compensados”, pero podemos entender muy bien que “no se autorizarán recursos adicionales en el presente ejercicio ni en los subsecuentes”.

No hay una sola persona que pudiera pensar que un Programa de Restauración Ecológica como el que necesitamos se atienda con buenas intenciones. No es que no se supiere lo que se tiene que hacer, es que la respuesta siempre ha sido que no hay recursos para hacerlo.

Aquí algunas interrogantes: ¿Se publica la declaratoria solo para no dejar pen- dientes del gobierno que termina? ¿En la construcción del programa se acatarán los tiempos establecidos en la declaratoria? ¿No será que se nos irá otro sexenio esperando el Programa de Restauración Ecológica? ¿Habrá la disposición del nuevo gobierno federal para cubrir las erogaciones?

Que hagan todos los movimientos compensados que quieran, pero que se traduzcan en los recursos financieros indispensables. Que se prevean todos los mecanismos de transparen- cia y rendición de cuentas posibles para evitar actos de corrupción en el manejo de los recursos. Compromiso y colaboración con toda la supervisión requerida.

Esperemos que el decreto no quede en discurso por el bien de las y los hidalguenses y de México y del planeta, las crisis ambientales son de interés global por sus efectos.

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