Una cochinilla en el baño
 
Hace (43) meses
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Para la nueva poeta que me dejó sin palabras.

1: Va para mis alumnos del 301, un cuento corto de mi autoría: “Una cochinilla en el baño”, va para ustedes y para mi tía Ivonne, quien se unió a esta petición. Es increíble cómo pegan las tardes de viernes estando solo, solos somos nada, ya lo dijo el maestro Eusebio, sin amigos somos nada. A esta tarde solamente le falta un silencio más para sentirme en la tumba, supongo que estar muerto es parecido a estar solo, no debe haber mucha diferencia, todo se junta, parece ser que la soledad es infinita, cuando te cae te aplasta, te cae como dos goterones de cera caliente en la punta del ojo, porque la soledad se llama homicidio, se llama muerte, se llama olvido, no creo que ninguno de aquellos amigos con los que conviví, se acuerden de mi en este instante, mi mundo no les importa, y esta maldita soledad se acentúa más y más, hoy es sin duda uno de esos días donde me gustaría desconectarme, y entonces sí, que pasen las horas, los minutos, –porque un minuto es más importante que una hora–. Esta mañana me he levantado con cierto aplomo, entré al baño y comencé la ducha de todos los días, al mirar hacia abajo, (uno es un tonto mirando hacia abajo) mire una cochinilla y hube de jugar con ella un rato, le arroje agua, se hizo bolita y el juego se presento más interesante todavía, al poco rato caminó hacia la esquina de la loza, intento protegerse –como yo lo hago en esta escritura, de mi soledad y mi mala suerte– se detuvo, por un momento el ruido del agua (que es el único ruido en mi vida) me distrajo, no molesté más, seguí la ducha y ella estaba ahí, muerta de miedo, olía la muerte, la presentía. Trate de darle un giro a su vida, la deje tranquila, su vida estaba en mis manos y este farsante dejó que siguiera respirando, (después de todo me sentía parte de ella, de su misma especie) cerré las llaves y me dirigí a donde estaba la toalla, durante todo el baño sentí estar mirando a Kafka, solo que esta vez su transformación era de cucaracha a cochinilla.
Continué la rutina diaria de mi vida, fui a impartir clase de literatura, salí, tome el transporte urbano que me llevaría hasta mi cuartucho de pensión, donde doña Navorita me cobra 300 pesos el mes. En mi cabeza seguía fija la imagen de aquella cochinilla a la cual le había perdonado la vida esa mañana ¿Dónde estará? ¿Se habrá tumbado a la coladera? ¿Habrá tomado la decisión que yo fui incapaz de tomar? ¿Se habrá suicidado? No lo sabía, pero deseaba saberlo, porque las cochinillas al igual que los humanos tienen derecho a sufrir, pero también después del mal trago, tienen derecho a seguir viviendo. Ignoro cómo se reproduzcan las cochinillas, pero quizá en este momento esté follando con otra de su misma especie, o tal vez haya sido tragada por la araña de la esquina del cuarto que no he tenido el tiempo de quitar, en fin; seguramente andará por ahí pensando que soy un extraño y preguntándose por qué le perdone la vida.
Upss! que carajos! pisé, sonó horrible, maldita sea pise a Kafka, quiero decir a la cochinilla, la hice mierda, no soy bueno ni para perdonarle la vida a una cochinilla, ahora si estoy completamente solo, el cuartucho de pensión esta completamente desolado, solos yo y la araña, quien me mira fijamente escondida tras de una grieta en el techo, como queriendo protegerse.

2: Me cuesta cierto trabajo hablar de Donoso, en todo difiero de él. Leí que cuando agonizaba, pidió que le leyeran Altazor, de Vicente Huidobro, y a mí me parece grotesco que alguien pida escuchar a Huidobro cuando hay miles de poemas más hermosos que este. Donoso escribió tres buenos libros, uno de ellos muy bueno, los otros dos contienen fuerza suficiente para poder quedar grabados en las mentes de sus lectores. El primero es Lugar Sin Límites, un libro sobre la desesperación, otro, El Obsceno Pájaro de la Noche, una obra ambiciosa, pero irregular, y finalmente, su testamento literario, El Jardín de al lado, que narra la historia de un escritor chileno que vive en Cataluña y que no quiere volver a Chile, quizá porque sabe que el regreso será su perdición. No recuerdo bien si vuelve o se queda, creo que decide quedarse en Europa. En cualquier caso, sea cual sea, la decisión es irrelevante, porque la derrota y el humor –pues acaso esta sea la novela más humorística de Donoso– lo aguarda al final de ambas opciones. Es decir, que para el protagonista ya no hay salida. Después de esto, para Donoso, tampoco. La herencia de Donoso es un cuarto oscuro. En el interior pelean las bestias. Decir que él es el mejor novelista chileno del siglo, es insultarlo, pues no creo que Donoso pretendiera tan poca cosa. Decir que está entre los mejores novelistas de lengua española de este siglo es una exageración, se mire como se mire. Chile no es un país de novelistas. Hay cuatro, pero son grandes poetas, y ningún novelista puede resistir una somera comparación con ellos. Prosistas si que hay, no muchos, pero no novelistas. En un panorama dominado por Augusto D’Halmar y por Manuel Rojas, sin duda la obra de Donoso resplandece. En el gran teatro de Lezama, Bioy, Rulfo, Cortazár, García Márquez, Vargas Llosa, Sábato, Benet, Puig, Arenas, la obra de Donoso automáticamente se desplaza a un segundo plano y empalidece. Sus seguidores, los que hoy portan la antorcha de Donoso, los donositos, pretenden escribir como Greene, como Hemingway, como Conrad, como Vonnegut, como Douglas Coupland, con mayor o menor fortuna, con mayor o menor grado de abyección, y desde esas malas traducciones llevan a cabo la lectura de su maestro, la lectura pública del mayor novelista chileno. Desde los neoestalinistas hasta los apusdeístas, desde los matones de la derecha hasta los matones de la izquierda, desde las feministas hasta los tristes machitos de Santiago, en Chile todos, veladamente o no, se reclaman sus lectores, sus discípulos. Grave error. Mejor harían leyéndolo. Mejor sería que dejaran de escribir y se pusieran a leer. Mucho mejor leer.

3: Escriban sus comentarios, críticas y más críticas y nada de elogios a: [email protected] twitter: @Vidal_Evans

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