Pachuca es caballo (Primera de dos Partes)
 
Hace (46) meses
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Uno de los juegos de dados más practicado en México, es sin duda el Cubilete, para el que se utilizan cinco dados, lanzados mediante la utilización de un vaso de cuero. Para jugarlo existen diversas modalidades que se escogen previamente, pero la más difundida es la denominada de Caballeros, sinónimo de respeto mutuo entre los jugadores, que consiste en obtener un tiro mayor en tres tandas cada una a su vez compuesta de tres o menos lances, según convenga al ejecutante, a las que se agrega una más, en la que se está obligado a tirar tres veces, llamada de caballeros.

Debe agregarse que en este juego existe un figura ganadora que consiste en sacar cinco ases de manera natural o combinados, mediante la cual el tirador gana automáticamente sin oportunidad para el contrario, figura que se conoce como Caballo, que tiene hoy otra interesante modalidad la de sacar en un solo tiro, cinco figuras diferentes y que se conoce como Pachucam que como en el caso de los cinco ases otorga de manera automática una ficha, siempre y cuando no ocurra en el tiro de caballerosidad.

Sobre el origen de esta última modalidad, existen muchas versiones. aunque una es la que se ha conservado por la “conseja popular”; yo la que escuche de mis mayores y hoy la reproduzco en estas dos entregas.

Se cuenta que allá en los primeros años del siglo 20, cuando la minería estaba en pleno apogeo y Pachuca era una de las más importantes ciudades de la República, existían en esta población un número incalculable de piqueras y pulquerías, donde los mineros gastaban, tanto el poco dinero que ganaban, como la salud, que a pedazos iban dejando entre los socavones y en aquellos antros de vicio.

La mina y la cantina eran dos sitios donde transcurría gran parte de la vida de aquellos hombres, que sólo llegaban su hogar, si así podía llamarse al cuarto redondo que ocupaban en alguna vecindad de la barriada, para dormir unas cuantas horas en verdadero estado de inconsciencia, merced a los efectos embrutecedores del alcohol.

La pulquería, fue así el mejor sitio de evasión, para olvidar las terribles condiciones del trabajo minero siempre peligroso y, en el que además tenían que soportar todo tipo de ultrajes por parte de jefes y capataces extranjeros, que en ese tiempo administraban la mayoría de los fundos de la región.

Por todo ello la clientela de aquellos antros, estaba asegurada; sin embargo, la competencia debido a la multiplicación de este tipo de negocios, obligaba a los propietarios a buscar alternativas que les hicieran de preferencia entre los parroquianos, las que iban desde “el fiado” hasta la organización de juegos y fiestas, así como la conmemoración de todo tipo de fiestas cívicas, religiosas o el onomástico de los parroquianos más asiduos.

Entre la gama de promociones, la más socorrida eran los juegos de azar, como: dominó, loterías, rayuela, masita y la enorme variedad de los derivados de la baraja y los dados, entre estos últimos, el cubilete, era uno de los más preferidos en razón de la rapidez en su ejecución y la relativa o nula probabilidad de hacer trampa.

He aquí el desarrollo esa historia que escuché hace ya más de 50 años. Genaro González, originario de Guanajuato, de donde huyó a raíz de la reyerta que tuvo con un capataz de la mina de “Cata”; llegó a Pachuca, allá por los años de 1899 o 1900. Alto y holgado de carnes, se ufanaba de su aparente soltería, pues no vivía con mujer alguna, aunque platicaba que en su tierra, había dejado a dos mujeres con tres hijos cada una. El Guanajua Genaro, como se le conocía, se contrató en la mina de El Cristo y Luego en la El Bordo donde le ofrecieron mayor Chivo o sea salario. Fue en esta última, donde hizo fama de buen jugador de cubilete, pues incluso aseguraba, que este era originario de su natal Guanajuato, “si hasta tenemos un cerro que así se llama”, confirmaba ante la risa de todos.

En cualquier cantina, armaba pronto la jugada, ante el beneplácito del dueño y la concurrencia. Casi siempre salía ganando, pues era conocida de todos, su habilidad en el manejo de los dados y el “cuero”.

Un defecto, sin embargo, tenía el “guanajua” y era que cuando el alcohol hacía estragos en su cerebro, le daba por vituperar contra los “pachuchos”, como llamaba despectivamente a los nacidos en este Real, retándolos a ganarle en el cubilete. Muchas fueron las ocasiones en que debido a su espíritu belicoso se armaron terribles reyertas que culminaron en los hospitales del Municipio o de la Compañía, con algún herido grave.

Es el caso, que un día, después de haber ingerido varios litros de pulque, bebida a la que se aficionó al llegar a estas tierras, más por su precio que por su sabor, comenzó a lanzar su acostumbrado reto, al que todo mundo rehuía en razón de su destreza, en el manejo de la hoz, navaja semicircular conocida como “cola de gallo” que siempre cargaba. Pero en esta ocasión un “Pachuco”, que se hallaba en la pulquería “La India” del barrio del “Arbolito”, sintió herida la dignidad del gremio de los nacidos en esta ciudad y decidió tomar el reto.

La vieja fotografía que ilustra este artículo, corresponde al año de 1901 y capta la afamada pulquería La Alta California que dio nombre a uno de los barrios mineros de Pachuca.

Continuará…

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