Todos atravesamos, de una forma u otra, un dolor por la pandemia, que nos ha quitado nuestra vida anterior al 2020. Lo he escrito más de una ocasión y en otros medios de comunicación. Hay una sensación colectiva de pérdida en estos momentos: físicamente, para las personas que han perdido a sus seres queridos por la crisis sanitaria. También, metafóricamente, para los niños que han perdido horas en sus grupos de juegos; para los desempleados que han perdido un ingreso estable; para las familias que perdieron horas valiosas que podrían haber pasado con parientes; para los jóvenes alejados de las discotecas y eventos sociales y para todos aquellos que suspendieron emocionantes viajes y muchas de sus actividades preferidas.

Salir de nuestras rutinas normales y estar encerrado en casa todo el día, mientras se enfrenta al estrés adicional, ha hecho que resurjan malos hábitos que muchos ya habían superado.

Sin embargo, algunas de las consecuencias de estos comportamientos no son positivas y pueden dañar nuestra salud, que es exactamente lo contrario de lo que se busca con las restricciones.

Para la mayoría, nuestros días se dividen en trabajar, cocinar, realizar alguna actividad que nos guste y dormir. Para muchos, dormir precisamente es la actividad que gusta más.

Ahora que nos hemos visto forzados a enfrentar con incertidumbre y preocupación estos periodos prolongados en casa, muchas de nuestras actividades que usábamos para lidiar con el estrés y la ansiedad no son una opción en este momento y, en cambio, estamos retomando malos hábitos. Por ejemplo:

Durante momentos de mucho estrés, los mexicanos somos buenos para la comida chatarra. Esas papas, palomitas, hamburguesas o refrescos son alimentos de nuestra infancia, emocionalmente relajantes para nosotros. A corto plazo, mejoran nuestro estado de ánimo y sensación de bienestar, pero esta comida tiene un alto contenido de carbohidratos y grasas, una combinación que el cerebro está programado para desear durante los periodos de estrés creando un ciclo peligroso de antojos.

El internet es otro pandémico hábito. Con más tiempo en casa, somos indisciplinados digitalmente. Las redes sociales se han convertido en una distracción fácil del estrés en nuestras vidas. No solo consumen nuestras horas, aumentan el consumo de las noticias falsas, nos polarizan en otros temas como los políticos o conspirativos, lo que no ayuda a nuestra salud mental, generando más ansiedad.

No uses tu tiempo en casa para quedarte despierto hasta tarde viendo un programa, consumiendo comida chatarra y obsesionándote con las redes sociales. Ponte tu ropa habitual y organiza tu día. Contagia alegría a los que te rodean y haz ejercicio. Muchos comienzan a sentir poca energía y motivación. En la próxima ocasión les contaré sobre las maravillas de la actividad física en estos tiempos pandémicos.

El coronavirus trae consigo muchas preocupaciones nuevas, pero la vida continuará, y nosotros también. Durante la pandemia nos hemos fortalecido, adaptado y crecido, resistiendo frente a un virus devastador, por lo que seguiremos demostrando fortaleza ante las crisis que deriva la emergencia sanitaria.