Los informes a la mexicana
 
Hace (45) meses
 · 
Compartir:

La semana anterior hablaba de la necesidad de reconstruir nuestra relación con la naturaleza; de entender nuestra dependencia de su permanencia y asumirnos como parte constitutiva de ella. Lo hice pensando en esa realidad ambiental que nos persigue y que nos muestra una y otra vez, que estamos errando el camino.

Que las buenas decisiones que adoptamos se ven perjudicadas por la falta de acompañamiento y planeación a largo plazo, más allá de los sexenios y los egos gobernantes. Más allá de los discursos y las ensoñaciones palaciegas.

Colocaba un dato aquí y otro allá, buscando que lo dicho tuviera el peso de la verdad y la razón. Sin embargo, y a pesar de ello, me encontré con la pregunta a boca de jarro ¿Es cierto que estamos mal en cuestiones ambientales como lo aseguras en tus artículos? Mi respuesta apenas fue un esbozo de mi anhelo: Me encantaría que no fuera verdad.

En el sexto informe nacional de México ante el Convenio sobre la Diversidad Biológica se alcanza a leer que, en las últimas cinco décadas, diría, en mi caso, que ya son siete décadas, “las actividades humanas han modificado significativamente los procesos ecológicos”

Esa simple mención habla de la forma en que hemos destruido los procesos ambientales en las diversas regiones del país y continuamos haciéndolo.

A pesar de la mención, que implica un reconocimiento, por parte del gobierno federal sobre la enorme cantidad de los problemas existentes, la mención no implica, de ninguna manera, son acciones encaminadas a revertir dicho proceso.

Más adelante, se asegura que se ha documentado que los daños ambientales generados en el país están directamente relacionados con el cambio de uso de suelo, la deforestación, fragmentación o degradación, hechos estos que, si volvemos el rostro a nuestro estado, podremos contrastar que es verdad. Pero ¿Quiénes son responsable de los daños?

Esa parte de la respuesta es vaga, muy vaga y llena de ambigüedades, los responsables somos todos, no hay un solo ser humano, un solo ciudadano que asegure no estar implicado en la degradación ambiental.

Es verdad, sin embargo, las participaciones en la degradación ambiental no son, ni con mucho, equiparables. Por ejemplo, al daño que provocan las empresas cementeras y caleras en la región de tula o el Valle del Mezquital. Empresas que devastan de manera profunda los ecosistemas y en la mayoría de los casos los aniquilan.

Las empresas Mineras que al explotar devastan y al realizar el beneficio de los minerales, contaminan el ambiente y ponen en riesgo la salud de las personas. Las grandes constructoras que devastan amplias extensiones de zonas de matorral y en ocasiones de bosques, usando áreas de importancia ambiental sin importar los riesgos a los que exponen a la sociedad.

Encontrar en el informe que “México ha implementado acciones para incentivar la conservación, el uso sustentable y la restauración de la biodiversidad” representa un gran aliento, sin embargo, la pregunta surge de manera ineludible, ¿Cuáles? ¿Dónde? Volvamos el rostro a las decenas de áreas naturales protegidas en la entidad y preguntemos, ¿Cuál, además de la conservación, es el propósito de su existencia? Los entendidos dirán de inmediato, la conservación es un propósito. Sí, claro, por supuesto, pero conservar debe tener un propósito y un fin.

Más adelante, a pesar de todo, encontramos que “para abordar las causas subyacentes de pérdida de biodiversidad en el país, aun es necesario impulsar una mayor conciencia pública, valoración e involucramiento de todos los actores relevantes” esto con el fin de internalizar los efectos negativos de las actividades productivas en los ecosistemas.

Hace, el informe, mención, principalmente de las actividades productivas extractivas, aun cuando no deja en claro a cuáles se refiere. La cuestión, está en la búsqueda de esa conciencia pública a la que hacer referencia.

La conciencia pública necesariamente pasa por la educación, la que, en México, en el caso de la educación sobre ambiente y salud pública, se encuentra por debajo de los estándares mínimos necesarios.

No hemos abordado la conservación con un objetivo mucho más claro, en el que se involucre de manera holística las acciones de cuidado ambiental. Estamos aun explorando en medio de las decisiones sexenales y en ocasiones abandonando decisiones adecuadas en función de una postura pseudo ideológica que se encamina al desastre ambiental sin mayor pudor.

Junto al daño de las empresas extractivas, encontramos problemas como la tala clandestina, amplias zonas han sido deforestadas, ecosistemas como los bosques de niebla se encentran en riesgo por el cambio climático y la extracción irregular.

Ante esto, las comunidades y los ciudadanos actúan de manera airada, denuncian, frente a una autoridad que los ignora y que, por supuesto ignora que hay una recomendación en la que se asegura, de manera no vinculante, la necesidad de posicionar institucionalmente la educación ambiental formal.

Necesitamos nuevas políticas de conservación y uso de los recursos naturales, políticas integrales e integradoras, en las que la inclusión y la diversidad puedan jugar un papel preponderante y definir nuevos propósitos para este fin. Necesitamos, como nación, re conceptualizar la conservación y establecer metas nuevas y diferenciadas. Objetivos precisos para cada área natural que se decrete.

Pero también necesitamos saber, que es importante conservar, es decir, no se trata solo de las áreas que se encuentran en condiciones naturales adecuadas para promover su conservación. Debemos hablar de aquellas que pos su lamentable estado de devastación y/o contaminación deben ser restauradas o rehabilitadas. ¿Qué esquema sino el de conservación nos ayudaría a establecer programas integrales de recuperación en esas zonas?

Cambiar los escenarios de cuidado ambiental en los que nos hemos movido las últimas siete décadas nos dará por resultado una mejor manera de construir ya tender las políticas públicas de medio ambiente.

¿Por qué no declaramos a la Región de Tula Zona Ambiental Especial? Tendría grandes implicaciones ambientales, económicas, sociales y de salud. Estaríamos innovando y construyendo zonas de cuidado ambiental con nuevos escenarios. Escenarios que no se encuentran en la mente de aquellos que dicen y aseguran saber y los que están convencidos de que saben gobernar.

Compartir:
Etiquetas:
Relacionados
title
Hace 21 minutos
title
Hace 23 minutos
title
Hace 28 minutos
title
Hace 38 minutos
Se dice
/seDiceGift.png
Especiales Criterio
/transformacion.jpeg
Suscribete
/suscribete.jpg
Más popular
Política actual impide el desarrollo: Marivel Solís
Por Gerardo Ávila . 24 de mayo de 2016
Por Gerardo Ávila . 9 de agosto de 2017
Por Federico Escamilla . 12 de febrero de 2018
Por Gerardo Ávila . 30 de noviembre de 2015

© Copyright 2023, Derechos reservados | Grupo Criterio | Política de privacidad