La pandemia no va a dejar en el olvido el estallido social latinoamericano
 
Hace (44) meses
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Seamos realistas, este ha sido uno de los años más difíciles de nuestras vidas. Pero nuestra región ya traía pulsos importantes y si bien hoy los escenarios son diferentes, permanecen muchas tensiones latinoamericanas. A finales del año anterior, preparé una emisión especial de noticias que señalaba que, por las protestas antigubernamentales en muchos países, el 2020 sería muy desafiante y eso fue antes de la crisis del Covid-19.

El virus llegó a una América Latina todavía convulsionada por la ola de protestas que de forma casi simultánea sacudió a diversos países en la región. Y las manifestaciones comienzan a regresar reclamando antiguas exigencias sociales y también nuevos problemas derivados de la pandemia misma.

Para algunos sociólogos, el 2019 marcó una especie de Primavera Latinoamericana, recordando las movilizaciones de la llamada Primavera Árabe, el nombre con el que se ha identificado a la serie de protestas ciudadanas de carácter popular y político en clamor de la democracia y derechos sociales en el mundo árabe, principalmente desde inicios del 2011 y que tuvieron diferentes consecuencias en la zona: la caída de las dictaduras de Ben Ali en Túnez y Hosni Mubarak en Egipto, el reforzamiento de la violencia en Yemen y la guerra civil en Libia.

Algunos analistas internacionales han señalado puntos de similitud entre la Primavera Árabe y las protestas latinoamericanas. Para otros se trataba más de un “despertar global” pues las movilizaciones comenzaron fuera del continente americano. Pero algo es cierto y contundente: nunca América Latina había presenciado un estallido social de tales magnitudes en tantos países.

Desde 2019 y hasta antes de las medidas de confinamiento por la crisis del coronavirus en varios países, los latinoamericanos salían a marchar masivamente para expresar su descontento, reclamando a los gobiernos diversos temas: el estancamiento económico, la corrupción, la desigualdad y otros problemas nacionales más específicos.

Ciudadanos de Venezuela, Perú, Honduras, Nicaragua, Chile, Bolivia, Haití, Ecuador, Colombia y más recientemente México se manifestaron en las calles, por decir lo menos.

Pero en el caso de nuestro país, los reclamos fueron principalmente en contra de la violencia de género, la desigualdad, la cultura del machismo y un mayor apoyo a los derechos de las mujeres. Llegando a su punto máximo con el llamado “Un día sin nosotras”, durante los días 8 y 9 de marzo de 2020, en el marco del Día Internacional de la Mujer.

Las movilizaciones feministas se realizaron ya con el Covid-19 en las calles pues el virus llegó a México el 28 de febrero y a nivel mundial fue declarado como pandemia el 11 de marzo. A pesar de que el coronavirus ya espantaba en nuestras calles, “Un día sin nosotras” tuvo una gran fuerza y aceptación en los sectores público y privado, grupos cívicos y líderes religiosos.

En la capital hidalguense, fue evidente la solidaridad con el movimiento. Tal como reportó Criterio Hidalgo en su momento, las oficinas gubernamentales no tuvieron en sus escritorios a las mujeres. Algunos negocios de las principales calles comerciales, como Guerrero y avenida Revolución, no abrieron. En las aulas fue notoria la ausencia de la mayoría de ellas, solidarizándose con el movimiento la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, el Tecnológico de Monterrey o la Universidad La Salle, entre muchas otras instituciones educativas en nuestro estado.

Por lo pronto, la relajación de ciertas restricciones vinculadas a las cuarentenas con las que las autoridades han tratado de contener la pandemia, ya ha generado nuevos brotes de protestas. Y es que los gobiernos latinoamericanos tienen cuentas pendientes que los ciudadanos no olvidan.

En algunas naciones, las manifestaciones ya han influido en cambios importantes. En Chile, en el gobierno de Sebastián Piñera ocasionaron cambios legislativos y de ministros de Estado. En Bolivia, influyeron en la salida del poder de Evo Morales, que algunos señalan como un golpe de estado contra el izquierdista que fue rescatado por el gobierno mexicano. En Argentina, Mauricio Macri fue derrotado en las elecciones presidenciales por Alberto Fernández.

Pero en los otros países, las autoridades se resisten a anunciar algún cambio significativo que respondan a las exigencias de la ciudadanía. Y a pesar de que el coronavirus no disminuye en América Latina, epicentro mundial de la pandemia aproximándose al medio millón de muertes, esto no impide que se reanuden las manifestaciones sociales en la región, como la exigencia de elecciones presidenciales en Bolivia, el conflicto mapuche en Chile, las protestas antigubernamentales en Paraguay o las manifestaciones a favor (sí, a favor) del presidente Jair Bolsonaro en Brasil, que está en máximos históricos de popularidad, a pesar de ser la segunda nación más impactada por la pandemia en el mundo.

La crisis del coronavirus impacta a las naciones latinoamericanas en momentos de niveles muy bajos de confianza en muchos gobiernos de la región, precisamente cuando más se necesitan liderazgos fuertes e instituciones consolidadas. El impacto a la economía y los confinamientos han acrecentado las tensiones y aumentarán aún más después de que pase la emergencia sanitaria, pues será entonces cuando los ciudadanos evalúen la gestión de la crisis por parte de sus líderes, con resultados positivos para algunos y negativos para otros.

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