La reciente publicación del Coneval que habla del incremento en los índices de pobreza, nos muestra que Hidalgo lejos de requerir como gobernador un político carismático, sin importar género, más bien necesita un gerente de primera calidad que administre sus abundantes carencias.

Sin duda, superarlas deberá ser la promesa de los tiradores del cuarto piso de Palacio de Gobierno, porque de otra manera se condenaría a la entidad al incremento de la hambruna que ya padece al menos un 9.2 por ciento de la población.

Queda claro que existe trabajo para tener condiciones más favorables cada año con la introducción de servicios públicos como el agua, energía eléctrica, drenaje, incluso disponibilidad de escuelas en donde los índices mantienen una media.

Sin embargo, la falta de inversión en el bienestar de la población como salud, seguridad social y la generación de empleos, ha permitido que 50.8 por ciento sea pobre.

Y uno de cada seis hidalguenses no tiene un sueldo suficiente para comprar comida para su familia, lo que impide que un 28.5 de la población tenga acceso a una alimentación nutritiva y de calidad.

Las gráficas del ingreso laboral por persona en el primer trimestre del 2005 –al concluir el gobierno de Manuel Ángel Núñez— fue de 1 mil 548 pesos. Ahora en el último trimestre de 2020 fue de 1 mil 304 pesos, la pérdida es de 244 pesos, según Coneval.

El poder público que brinda la gubernatura en Hidalgo se convierte en una apetitosa manzana para cualesquiera de los diez o doce aspirantes que ya gustosos platican de sus planes entre vinos y quesos añejos.

Empero, en este momento se requiere de un gerente, hablando en plata, que administre la escasez y dentro de las limitaciones, sea capaz de incorporar a Hidalgo al acelerado crecimiento que han mostrado las entidades vecinas.

De sobra, sabemos que las políticas económicas y de bienestar social no reflejan los avances prometidos, según las mediciones, por ello deberá ser imaginativo el ganador de la justa electoral del 6 de junio, para encaminar a Hidalgo a ser autosustentable a partir de sus capacidades y riquezas naturales.

Al menos el 70 por ciento de la economía estatal es movida por la informalidad, lo que impide el fortalecimiento de las arcas públicas, amén de invertir en el pago de una deuda contraída en proyectos fallidos como el aeropuerto y la refinería Bicentenario.

La economía de las mayorías en tiempos de pandemia se sostuvo del milagro de la solidaridad vecinal, de la venta de chalupas, de audífonos, de ropa usada, de hamburguesas o clones, nunca por esquemas oficiales de auxilio.

Trascender como gobernante bajo estas difíciles circunstancias, será un reto para quien ocupe la silla en el cuarto piso de Palacio de Gobierno, que bien lo puede asumir o en su caso, blindarse de la queja ciudadana y vivir la buena vida que permite este tipo de cargos.

Nimiedades: Entonces, ya solo hay dos aspirantes a la candidatura del PRI y en Morena otros tres, ya vamos por menos.