Como lo prometió el presidente Andrés Manuel López Obrador, antes de terminar septiembre envió su iniciativa de reforma al sector eléctrico, la cual busca devolverle a la CFE el monopolio de la electricidad y marginar a los jugadores privados.

Para lograr su objetivo, el partido del Presidente y sus aliados necesitan una parte de los votos de la oposición en la Cámara de Diputados y en la de Senadores, los cuales pueden obtener únicamente si el PRI va en bloque con Morena, el PT y el Verde Ecologista.
La gran pregunta es si el PRI, de Alejandro Moreno, Rubén Moreira y Miguel Osorio Chong, doblará las manos y se unirá al bando que apoyará la iniciativa del presidente López Obrador, toda vez que los tres representantes del Revolucionario Institucional tienen amplios expedientes en las instancias de procuración de justicia de la 4T.
A juzgar por el comunicado que emitió el viernes el PRI, y por lo que opinan en privado legisladores y directivos de partidos de la alianza opositora, el partido que encabeza Alito Moreno le “venderá caro su amor” a Morena y al presidente, pero le dará los votos que necesita para que la reforma sea aprobada.

Acaso, el PRI pedirá hacer algunos cambios, como mantener a los organismos reguladores del sector y permitir el autoabastecimiento. Sin embargo, es muy probable que esto tampoco cambie y que la iniciativa de AMLO pase sin mayores ajustes.
El lunes de la semana pasada pregunté al coordinador de los diputados del PRI y presidente de la Junta de Coordinación Política de la Cámara Baja, Rubén Moreira, si el partido iría en alianza con Morena en reformas como la eléctrica. Respondió que son parte de la alianza opositora (PRI-PAN-PRD), pero que el PRI tiene su vida interna propia y “van a hacer valer su fuerza en el Congreso”.

¿Qué quiere decir esto? Que no van a apoyar en todo a la alianza opositora y que van a negociar con Morena y sus partidos aliados lo que más les convenga. El viernes, en un escueto comunicado, el Revolucionario Institucional no rechazó, como sí los otros partidos de la alianza, la reforma como la mandó el presidente.
Por lo que hemos visto del presidente del PRI, Alejandro Moreno, no tendrá problema en votar a favor de devolver el monopolio a la CFE, pese a que, en 2013, también como diputado de ese partido, dio su apoyo a la reforma que impulsó el gobierno de Enrique Peña Nieto.

Desde la conformación de las propuestas de legisladores plurinominales del PRI, que eligió Alito, junto con Moreira y José Murat –todos cercanos a la 4T– y que dejaron fuera a los dirigentes históricos del partido, pasando por la aprobación de leyes como la de la Armada de México y la invitación a gobernadores priistas salientes, como Quirino Ordaz, de incorporarse a la 4T, hacen pensar que más pronto que tarde el PRI se dobló y terminará siendo otro apéndice de Morena.

En lo que respecta al gabinete de AMLO, el que se ha quedado desdibujado y apartado es el director general de la CFE, Manuel Bartlett. Para empezar, no fue él, sino el supersecretario de Gobernación, Adán Augusto López, quien anunció la iniciativa de reforma y sus detalles en la conferencia matutina del viernes.

La semana pasada hablamos de la estrategia del Grupo Tabasco para desplazar a Bartlett y que el gobernador de Chiapas, Rutilio Escandón, se quede al frente de la CFE.

Hace unos días, Escandón se reunió con el coordinador de los diputados de Morena, Ignacio Mier, para pedirle su apoyo y terminar de convencer al presidente de que el enroque en la empresa eléctrica beneficia a todos en el gobierno.

Mario Maldonado